martes, 10 de agosto de 2010

Eclesiologías en conflicto en las deuteropaulinas. El caso de las Cartas pastorales, Marga J. Ströher

RIBLA, 55

Resumen
Este artículo presenta elementos de eclesiología reflejadas en las Cartas Pastorales, de manera particular en la 1° Carta a Timoteo, destacando las perspectivas eclesiológicas en tensión o en conflicto, dada la diversidad de comprensión sobre los cargos y funciones comunitarias, a partir de las exhortaciones dirigidas a personas que asumen tales funciones.

1. Introducción
El Nuevo Testamento presenta diversos modelos de eclesiología. Son eclesiologías que encontramos al inicio de las comunidades cristianas. No hay un modelo monolítico, sino una pluralidad de modelos o propuestas que pueden estar interrelacionadas, conviviendo una al lado de la otra, siendo o no convergentes. El momento fundante de la iglesia, experimentado como Pentecostés, indica que la misma es un movimiento de convergencia de pluralidades étnicas, culturales y religiosas. Dentro de esa pluralidad, hay experiencias más vinculadas a la tradición judía, otras a la cultura helénica o romana, e incluso a la riqueza de pluralidad religiosa de Asia Menor o a las particularidades de la realidad africana. La iglesia nace plural e inclusiva. Eso no evita que haya conflictos y diferentes comprensiones o que haya diversidad de vivencias respecto a la nueva fe. Hay, por tanto, una polifonía de experiencias y expectativas religiosas en los inicios de las comunidades cristianas, que lentamente van siendo silenciadas o disminuidas en sus alcances. Esta diversidad de voces se vuelve rugido que incomodaba a los grupos de liderazgo que intentan colocar la experiencia en un formato unívoco y normativo para el conjunto de las comunidades.
La concepción de iglesia presente en las cartas deuteropaulinas no es representativa de las experiencias y concepciones eclesiales de las primeras comunidades cristianas, sino que indican posibilidad en la diversidad de pensamientos, y su actuación sobre el modo de ser iglesia en el primer siglo de la era cristiana. La voz de las pastorales, por ejemplo, representa una de las muchas voces, vinculadas o no al legado de Pablo, en el debate sobre la reorganización comunitaria y por la redefinición de su universo simbólico en un contexto diferente al de la época paulina. Las respuestas encontradas a partir de esta situación son diversas, y hay concepciones diversas de lo que la gente entiende por ser iglesia. En el interior de las propias cartas identificamos voces divergentes, representativas de otras experiencias, alternativas posibles al modelo doméstico jerárquico de iglesia y de las relaciones sociales cristianas defendidas en las Pastorales . En este artículo presento algunos elementos de eclesiología en las Cartas deuteropaulinas, concentrándome en las Cartas Pastorales, particularmente en la 1° de Timoteo. No entro en el debate respecto a la autoría y fecha de composición de estas cartas, dado que este tema debe aparecer en otros artículos de este número.
La perspectiva de lectura es de una aproximación a las Pastorales, a partir de la perspectiva de las personas y grupos contra las cuales el autor se opone con su punto de vista normativo y ortodoxo, cuya voz y tradición sólo podemos percibir por los intersticios del tejido del texto que articula un discurso canonizado. Como destaca Linda Maloney, así es posible percibir diversas prácticas, personas itinerantes, grupos cristianos establecidos en comunidades domésticas, discusiones avivadas por ideas y por el rompimiento de normas sociales y domésticas prescritas. Ese rompimiento puede ser la marca de una comunidad cristiana viva en sus propias tradiciones revolucionarias; siendo así, en estas cartas no hay apenas señales de advertencia sobre herejías y caos . Tener una perspectiva de lectura, a partir de las pluralidades puede ser iluminador y significativo para la interpretación de las Pastorales. Las comunidades eran plurales, es decir no eran todas iguales, así como la participación comunitaria no era ciertamente igual y tampoco acontecía de manera uniforme para todas las mujeres y para todos los hombres.
Trato de presentar elementos más explícitos sobre los cargos y funciones comunitarias y otras cuestiones relacionadas a la organización comunitaria – lo que se presenta en el discurso oficial y lo que está entre líneas, o sea lo que se encuentra en la frontera del discurso y del poder normativo.

2. La organización de la iglesia – elementos ofrecidos por las Cartas Pastorales
El tema central de las pastorales es la organización y la vida de la iglesia, a pesar de que la palabra ekklesia apenas se menciona tres veces (1Tim 3,5.15; 5,16). Por las orientaciones prácticas contenidas en estas citas, es posible “reconocer un modelo de iglesia de orientaciones bien claras” . La concepción eclesiológica presentada puede ser “develada” por la discusión y comprensión de los ministerios, por la sistemática difamación de personas y grupos y por la fórmula usada para referirse a la iglesia: iglesia de Dios como la casa de Dios (1Tim 3,15) – propuesta singular de ser iglesia en el Nuevo Testamento-, juntamente con una imagen de construcción (1Tim 3,15; 2Tim 2,19-20).
Las Pastorales están atravesadas por preocupaciones por los problemas prácticos que enfrentan las comunidades, así como por las herejías y la aceptación social. Las comunidades a las que se refieren las Pastorales están fragmentadas por corrientes teológicas y deslegitimadas por la sociedad y por los organismos representativos del Imperio Romano. Se percibe la necesidad de una acción de unificación, para evitar la desintegración de las comunidades frente a las animadversiones y contra-reacciones. En diversos pasajes aparece una propuesta o exhortación a las comunidades, en el sentido de hacer un esfuerzo para aparecer en forma positiva delante de las autoridades y de la sociedad (1Tim 2,1-2; 5,14; 6,1-2; Tit 2,1-10). Los oponentes que son atacados en las cartas no son necesariamente personas de fuera, sino líderes activos de la comunidad, entre ellos hay mujeres que oran, enseñan, profetizan, presiden el culto y preservan algunas tradiciones también paulinas, consideradas ahora anatemas por el autor de las Pastorales - ellas hablan y enseñan lo que es considerado vanas doctrinas, mitos y fábulas de mujeres viejas.
Las respuestas y salidas propuestas por grupos y líderes frente a esta situación, pueden ser evaluadas críticamente. También es necesario considerar que las comunidades, en aquel periodo, están buscando respuestas para nuevas situaciones con las que se confrontan. Frente a una relativa desintegración, las comunidades buscan estabilidad. A través de la asimilación o del retomar de algunos preceptos éticos, socialmente aceptados o adecuados, las comunidades serán, de alguna manera, socialmente aceptadas. Sin embargo, no por ello podemos aceptar la opción de caminos jerárquicos y excluyentes, en función de la presión externa.
Las comunidades de las Cartas Pastorales tienen un vínculo con la tradición paulina, pero se encuentran en otra situación y circunstancia histórica con relación a la época de Pablo. De un movimiento de renovación religiosa intra-judío, el cristianismo camina a ser un movimiento propio, si bien aún vinculado con la comunidad judía, ya con cierta distancia a ella, incluyendo una pluralidad de expresiones y de experiencias religiosas de su propio contexto, lo que propicia una diversidad de tendencias religiosas y una visión diferenciada del propio movimiento cristiano.
Las Pastorales presentan instrucciones, regulaciones y normas generales que se configuran en una especie de manual eclesiástico, no totalmente desvinculado de situaciones concretas, sino con un carácter más generalizado para los tiempos, lugares y circunstancias. Diferente a las comunidades paulinas, hay cargos y funciones eclesiásticas más definidas, especialmente obispos, presbíteros, diáconos y viudas, y en ellas constan conceptos y referencias a una estructuración de oficios eclesiásticos que en las cartas de Pablo no estaban presentes . En estas cartas, los modelos de cargos y oficios son constituidos a partir de los roles que las personas ocupaban en las casas patriarcales, pues la comunidad era concebida como una casa de Dios. Esta concepción eclesiológica es extraña a los textos de la tradición paulina, más antigua.
Las comunidades representadas en las Pastorales se enfrentan a la pregunta por la continuidad y unidad de las mismas, frente a cierta fragmentación ocasionada por la diversidad de comprensiones eclesiológicas. Las personas que están detrás de estas cartas buscan mostrar a las comunidades que existe un vínculo con la tradición paulina, que consolida la unidad de la comunidad. Ellos responden a las preguntas de la época e intentan resolver problemas, por ejemplo, la tendencia no estandarizada de comprender a la comunidad, llamada herejía o quizá una turbación o desconfianza por el hecho de que haya mujeres liberadas que eran líderes en las comunidades.
Esta sana doctrina y piedad se presentan como conceptos teológicos relevantes, y el modelo de apóstol se ubica como una categoría teológica, en el sentido de que es la categoría de permanencia en la doctrina correcta y como forma de mantener el vínculo con la tradición paulina . Frente a la posibilidad de otra comprensión cristiana del evangelio y las formas de experimentarlo, vistas como herejías, el concepto de la sana doctrina es propuesto para ser presentado como la verdad, frente a la novedad o lo que se llama otra enseñanza o enseñanza distinta (heterodidaskalia).
La palabra didaskalia, entendida como cuerpo de la doctrina, asume especial importancia en estas cartas. Aparece con frecuencia en 1 Timoteo (1,10; 4,6.13.16; 5,17; 6,1.3), 2 Timoteo (3,10.16; 4,3) y en Tito (1,9; 2,1.7.10). Esta doctrina se asume como la sana y la correcta doctrina, en oposición con la otra doctrina (1Tim 1,3.4; 6,3). Las palabras ugiainein y ugiainousa (y derivados), que aparecen mayoritariamente en los evangelios, siempre ligadas a la salud y la curación, se hacen presente en forma marcada en el lenguaje de las Pastorales, vinculadas al concepto de doctrina sana y correcta (1Tim 1,10; 2Tim 4,2; Tit 1,9; 2,1), bien como la palabra correcta (1Tim 6,3; 2Tim 1,13; Tit 2,8) o como la fe correcta y saludable (Tit 1,3; 2,2). Hay una especie de saneamiento doctrinal para asegurar la doctrina y las normas establecidas por determinado grupo de líderes de las comuniadades.
En 1Tim 1,3-11 se afirma que a Pablo le gustaría que Timoteo estuviese en Éfeso para amonestar (oponerse) a ciertas personas que enseñan otra doctrina, presuponiendo diferencias entre doctrinas falsas y verdaderas . A Timoteo se le recomienda evitar las palabras profanas, las contradicciones y lo que es identificado como conocimiento, peroque es un saber falso (6,20). Esta referencia debió haber sido usada para identificar a los gnósticos como los oponentes del autor. Linda Maloney observa que este argumento es inconsistente, pues el autor no especifica quienes son y cuáles son las enseñanzas de los oponentes, ni lo que sería la concepción de la sana doctrina .
La iglesia se presenta casi como una institución salvífica, toda vez que su doctrina es la garantía de estar en el camino correcto; quien tiene otra forma de comprender y experimentar la fe, o sea una doctrina diferente, sigue a Satanás (1Tim 5,15; Cf. 1Tim 1,20). La iglesia se presenta como guardiana de la doctrina y reguladora de la fe correcta, cuya tarea de control está reservada básicamente a los obispos. La concepción de episcopado es de un obispo pater familias, que mantiene la comunidad con su respectivo liderazgo y bajo su supervisión y control, basado en las relaciones de superposición y subordinación.
En estas cartas, las relaciones sociales de género y los respectivos papeles sociales y comunitarios son evidentes, desdoblados en diversos niveles y definidos, especialmente, por la edad de las personas, su estado civil, su estatus social, su papel en la casa patriarcal, su actuación pública y comunitaria, si eran varones o mujeres, libres o esclavos. Los códigos domésticos están presentes y se dirigen a los varones para que observen especialmente el comportamiento de las mujeres libres o esclavas y de los esclavos. Su función es constituir o delimitar las actividades o espacios de actuación, deslegitimar sus acciones, controlar la edad de acceso a las funciones comunitarias, el matrimonio y la vida sexual de las mujeres. Este modelo masculino propuesto es monolítico y corresponde a una determinada comprensión de lo que es ser hombre, pues en él, todos los hombres podían o deseaban asumir, desempeñar los papeles sociales y religiosos delineados a partir de la figura tradicional de pater familias, con su respectiva representación en el ejercicio de poder.
Vamos a presentar algunos aspectos de la organización eclesial de las Pastorales, enumerando los grupos y funciones presentes en las referidas comunidades. Diaconisas, diáconos, presbíteras, presbíteros, viudas y obispos son funciones comunitarias relevantes en dichas comunidades. Estos grupos refieren a diferentes situaciones, condiciones y condiciones sociales: mujeres, varones, jóvenes, niños, adultos, casados, solteros, viudas, esclavos, libres, pobres, ricos. Estos grupos transitan y se sitúan en diversos territorios de singularidades, lo cual parece desafinar con la cohesión normativa de una sociedad monolítica.

2.1 Diaconisas y diáconos
Diáconos se emplea en el Nuevo Testamento, conforme al uso común en la literatura de la época, con el sentido de quien sirve la mesa, a un señor o a una causa. En la sociedad en general hay una diferencia de estatus entre quien sirve y quien es servido, “entre el hombre reclinado en el diván y el que sirve con el vestido recogido – o la mujer que esperaba para comer después” . El verbo diakonéo está vinculado al servicio en la mesa (Cf. Mc 1,31; Lc 12,37; 17,8; 22,26-29; Jn 12,2). El significado se amplía a las varias acciones de ayuda al prójimo, como dar de comer y de beber, dar hospitalidad, ayudar a las personas necesitadas. De acuerdo a Joseph H. Thayer, un diácono o una diaconisa, en virtud del oficio que le era atribuido en la iglesia, es alguien que cuida de los pobres y tiene el encargo de distribuir el dinero recolectado para ese fin” .
El concepto del ministerio del diaconado tiene su origen en la actuación de Jesús y de sus discípulas y discípulos. Propiamente dicho, la diaconía es el primer ministerio. Jesús no llamó discípulas y discípulos para otra cosa sino para servir –diakonéo. En la actuación de Jesús aparece otro criterio para las relaciones entre los que son servidos y las personas que sirven: Él mismo se coloca como diácono (Mt 4,23ss; Lc 4,18ss) y revela que la diaconía se realiza a partir de situaciones, contextos y personas . La postura de Jesús es desafiante y provocadora: “pues el mejor entre ustedes, soy yo, el que sirve (Lc 22,27). Diáconos es diferente a doulos, expresión que se usa para definir al esclavo. Deudos alguien amarrado, que mantiene una relación de permanente servilismo con relación a otra persona . El diácono o diaconisa representa al siervo en su actividad de trabajo, no necesariamente en una relación o condición servil. “Servir sin libertad de escoger no es diakonia, sino una esclavitud (douleia)” . El servicio, por lo tanto, también hace parte de la esclavitud en lo que respecta al servicio al señor o a la señora –sin embargo, la relación de esclavitud, hemos visto, es distinta.
El sentido de servir a la mesa continúa presente en el cristianismo. En Hechos, diakoneo se usa con el significado de cuidar de la cena y de cuidar de las mesas (Hch 2,6). “Se trata no sólo de la provisión y preparación diaria de las comidas” . El cristianismo se apropió de este término para caracterizar la actividad solidaria de la comunidad a favor de las personas y de sus diferentes necesidades. La comunidad designaba un determinado grupo de personas, mujeres y hombres, encargados de este servicio. Pero, “el significado fundamental del diácono como servidor de la mesa muestra que su función cristiana tiene su origen en la comida común, esto es, en la cena, dentro de la comunidad primitiva” . Sólo a partir de la unión del diaconado con el servicio en la mesa es posible comprender que su actividad no estaba solamente ligada al servicio caritativo a favor de otras personas, “sino también como participante del servicio divino” , como diáconos y diaconisas de las comunidades religiosas cristianas.
Muy temprano en la historia de las comunidades cristianas, se dio una cierta tensión en torno a la importancia de los ministerios de la palabra y de la diaconía. En Hechos 6,2-4 se relata que los discípulos no se daban cuenta de que la diaconía, les estaba ocupando todo el tiempo, en detrimento del ministerio de la palabra, lo que los lleva a escoger siete diáconos para ese servicio. Y en Lc 10,40-43, en la disconformidad de Marta, ocupada con “mucha diaconía”, se percibe una preferencia por la palabra, escogida por María como la mejor parte. Esto no implica una minimización de la diaconía o de la actividad de Marta como muchas veces aparece en las interpretaciones de ese texto, sino que apunta a señalar la tensión existente.
Cuando se trata de determinado cargo en la comunidad, diáconos tiene un significado diferenciado. “Este uso se encuentra en pasajes donde vemos el lento aparecimiento de una organización eclesiástica” . Como parte de una organización comunitaria se refieren a ella, por primera vez, en Flp 1,1, donde los diáconos son saludados, y están en relación con los obispos / episkopos (de forma semejante en 1Tim 3,1-13). Sin embargo, la carta a los Filipenses menciona más de un obispo, o sea que no hay una centralización en la función de un solo obispo.
En la 1° Carta a Timoteo, de la misma forma que el obispo (1Tim 3,1-7), también los diáconos son exhortados a un adecuado comportamiento y a que sean buenos jefes de casa, como condición necesaria para el ejercicio del diaconado (1Tim 3,7-13). Los diáconos son mencionados más por las cualidades que deben buscar para el ejercicio de sus funciones, que por la función misma. La preocupación no es delinear el desempeño de las tareas de sus líderes. Es probable que sea así, porque los ministerios ya estaban más o menos consolidados y reconocidos por buena parte de las comunidades. Pero, en lo que se refiere al obispo, tenemos por lo menos indicaciones sobre cuál era su papel en la comunidad: enseñar, administrar y supervisar.
De los diáconos se pide que sean responsables y no tengan palabras duras, que no sean adictos al vino, ni ávidos por lucrar, sino que tengan la conciencia limpia, que sean experimentados antes de asumir el diaconado, siendo irreprochables, maridos de una sola mujer y que gobiernen bien a sus hijos e hijas y a sus propias casas. Con relación a las mujeres diaconisas, aparecen pocas exigencias de cualidades: son exhortadas a ser honorables, respetables, no ser calumniadoras y son llamadas a ser sobrias y fieles en todo.
Los diáconos y las diaconisas no están colocados en una relación de sumisión directa al obispo, como aparecerá más tarde, con el surgimiento del episcopado monárquico, cuando éstos pasan a ser ayudantes de los obispos. Las Cartas Pastorales representarán un estadio intermedio entre la experiencia menos rígida de cargos y funciones comunitarias, y la centralización y jerarquización de dichos cargos.
2.2. Presbiteras y presbíteros – su posición en la comunidad
Presbíteras y presbíteros reciben exhortaciones específicas (1Tim 5,17-20; Cf. Tit 2,2-5). Los presbíteros son constitutivos del contexto de las comunidades judeo-cristianas, en tanto que diáconos y obispos son conceptos más propios del cristianismo gentil . Sin embargo, esto no puede ser afirmado exclusivamente a partir del libro de los Hechos, pues en este relato se menciona al presbítero para ambas comunidades, la judeo-cristiana y la gentil (Hch 14,23; 20,17) . El presbítero es probablemente una adaptación del modelo judío, presente tanto en las funciones administrativas de la ciudad, cuanto en la sinagoga, por la tanto en una actuación en la esfera de lo público. Su representatividad venía de su prestigio, debido a su edad, experiencia y posición social . En la sinagoga, el presbítero era el representante de la tradición, que transmite su experiencia con la Ley y, de esa manera, garantiza la continuidad de la vida comunitaria , pero no tenían una función pastoral. Sabemos que había estos cargos instituidos en las primeras comunidades cristianas –buenos presbíteros que presiden y trabajan en la palabra y en la enseñanza-, y que éstos debían recibir paga (1Tim 5,17), que se refiere tanto a la honra (honor), cuanto a la remuneración (honorarium). Hay numerosas inscripciones sobre el papel de las presbíteras en las comunidades judías, sin embargo, en la mayoría de las interpretaciones el nombre “presbítera” es asumido como título honorífico, como “esposas de los presbíteros” .
Las únicas personas encargadas de la enseñanza, en las Pastorales, son los obispos y las presbíteras –excepción hecha de Timoteo (2Tim 2,24). Las presbíteras debían actuar como maestras del bien –o como buenas maestras (kalodidaskaloi) – Tit 2,3). Ellas son llamadas a enseñar a las mujeres más jóvenes, en la templanza (sofronizosin – Tit 2,4). El verbo sofronizo significa restaurar a alguien para su sentido, moderar, controlar, disciplinar, restringir . Por lo tanto, las presbíteras debían enseñar o mejor, entrenar a las mujeres más jóvenes, para la disciplina, la templanza y la moderación. El contenido de la enseñanza de las presbíteras estaba predeterminado por este verbo y por la instrucción que sigue en el texto. La exhortación traduce lo que las presbíteras deben enseñar a las mujeres jóvenes: casarse, amar a sus maridos, tener y amar a sus hijos e hijas, administrar bien la casa (literal: ser buenas dueñas de casa) y estar subordinadas a sus maridos, para que la Palabra de Dios no sea blasfemada (Tit 2,4-5). La actividad de enseñar de las presbíteras está limitada a un grupo específico de mujeres y a un contenido que responda a las expectativas de la casa patriarcal.
2.3 Viudas – posición y función comunitaria
El texto de 1Tim 5,3-16 se ocupa enteramente de las viudas, siendo este el grupo que recibe más orientaciones específicas en las Pastorales. Esto muestra la importancia de este grupo en el contexto de los ministerios de las comunidades y en la preocupación del autor; parece que había muchas mujeres que evitaban la vida matrimonial y optaban por el celibato . El autor se muestra especialmente preocupado en distinguir las llamadas “realmente viudas” del grupo general de viudas. Es posible que haya habido cierta confusión entre las viudas que necesitaban de la asistencia de la iglesia, y de las viudas que formaban un grupo o ministerio en la comunidad, con diversas funciones. El contenido de las exhortaciones indica que, en la opinión del autor, no todas las viudas sirven para este ministerio. Su preocupación no es establecer un “orden” que no existía, sino colocar límites en un grupo ya existente y activo en las comunidades .
En 1Timoteo, viuda puede ser la designación para las mujeres que vivían sin marido y que dependían de la asistencia de la comunidad para sobrevivir . Pero, fundamentalmente, viuda es un título para las mujeres dedicadas al ministerio cristiano y que no eran dependientes de un hombre, sea marido, padre u otro pariente masculino . Como las mujeres, en este contexto cultural se casaban muy jóvenes con hombres más viejos, probablemente, una parte considerable de las llamadas viudas eran mujeres de maridos fallecidos . Las viudas pudieron también ser simplemente mujeres célibes, vírgenes o que llevaban un estilo de vida separadas de sus maridos. Conforme el saludo de Ignacio a la comunidad de Esmirna (13,1), las vírgenes son llamadas viudas: “saludos a las familias de mis hermanos, con sus mujeres e hijos y las vírgenes llamadas viudas”.
El texto de 1Tim 5,3-16 parece referirse a diversos grupos de viudas. Un grupo formado por las viudas cuya subsistencia debe ser asumida por sus parientes u otras personas (v. 4.8.16); otro formado por las llamadas viudas verdaderas, que son las catalogadas y que ejercen algún tipo de ministerio en la comunidad; otro grupo, el de las viudas jóvenes, las que deben casarse y cuidar de la familia (v. 11-15) y un último grupo de aquellas que viven en casa de mujeres, tal vez matronas de las comunidades (v. 16). Estas serían las alternativas para la asistencia a las viudas: las asumidas por la propia familia (v. 4.8), por la comunidad (v. 3.16), por el casamiento (v. 11-12) o por personas particulares (v. 16).
Las llamadas realmente viudas y las viudas catalogadas podrían ser del mismo grupo. Ser catalogas en la comunidad sería, entonces, una precondición para recibir asistencia de la comunidad y, al mismo tiempo, podría ser que éstas sean las que prestaban el servicio de asistencia a otras personas necesitadas, entre ellas las viudas (Cf. v. 10), las realmente verdaderas viudas deben ser honradas (v. 3). La palabra timao se usa muchas veces en el Nuevo Testamento, con el sentido de respetar, valorar y sobre todo honrar. La misma aparece con relación a los presbíteros (5,17), como término técnico para referirse a “la paga” . Presuponiendo, por tanto, una comprensión financiera (honra – honorarium), por los servicios prestados .
Las viudas o las vírgenes hacían parte de un grupo organizado u “orden” –considerado tan importante como cualquier otro ministerio de la iglesia. Por ejemplo, Clemente de Alejandría, en Paedagogus (III. 12, 97.2), ubicó a las viudas junto a los obispos, presbíteros y diáconos, todos con la expresión hypotéke / hypotékai –precepto, instrucción, orden. Otra referencia es la carta apócrifa a los Filipenses: “saludamos al grupo (systema) de vírgenes, al escuadrón (tágma) de las viudas, de cuya presencia, ojala, me fuera concedido gozar” .
La forma pasiva del verbo katalégomai (ser catalogada/ clasificada) indica una elección hecha por la comunidad . Y paratéomai significa rechazar a alguien a través de la elección , y en este texto “negarse a colocar en la lista de las viudas destinadas a la protección y al sustento especial de parte de la iglesia” . Eso implica que aquellas que no cumplían las pre-condiciones para ser viudas verdaderas, no podían ser electas. Según las condiciones del autor, la candidata debía responder a determinadas condiciones: no tener una familia que la mantenga, estar ocupada en buenas obras, tener más de sesenta años , haber estado casada una sola vez y haber “criado bien a los hijos”, lo que probablemente signifique haber criado hijos sumisos y adecuados según el modelo de casa patriarcal. Esto representa una forma de limitación a la actuación y al número de viudas en la comunidad.
Hay una lista de acciones que probablemente hacia parte de las actividades del ministerio de las viudas (v. 10). En el texto, los verbos que indican las acciones de las viudas (criar niños, ejercer la hospitalidad, lavar, socorrer, y seguir) están en el tiempo aoristo, lo que significa que lo que aconteció en el pasado no necesitaba estar, necesariamente, encerrado en su acción . Las viudas necesitan comprobar su competencia y calificación para el cargo (dando testimonio de buenas obras). El ejercicio de la hospitalidad es una condición exigida también al obispo. Hay una lista de buenas obras que las que las viudas deben estar comprometidas. Ellas deben asistir a las personas atribuladas y afligidas y necesitan haber lavado o estar lavando los pies de los santos. Lavar los pies es una actitud relevante y hace parte del servicio de hospitalidad -el hecho de que Jesús lave los pies (Jn 13,4) en señal de humildad y hospitalidad.
El considerable discurso que se da en las Cartas Pastorales y en los escritos post-apostólicos acerca de la posición y el papel de las viudas, demuestra la importancia y el papel activo de las mismas, en las comunidades cristianas. Ellas tienen movilidad, lo que favorecía el ejercicio de su vocación apostólica; además ejercían el papel de paraclericais, que incluía consejos e instrucciones en las comunidades cristianas . Por las referencias encontradas en 1Timoteo es posible afirmar que las viudas son mujeres de todas las edades, célibes, que fueron casadas o no, y que posiblemente vivían en una comunidad de mujeres (v. 16), involucradas en la enseñanza, en la oración y en el servicio, y que eran mantenidas por la comunidad como un todo. El papel de las viudas proporcionaba a las mujeres un estilo de vida alternativo a la casa patriarcal . “El hecho de que el papel de la viuda no pudiera ser suprimido completamente, llevó al autor de 1Timoteo a proponer más controles, en forma de requisitos adicionales (5,9-11) .
2.4 Los obispos – los encargados de la supervisión
“obispo”, a partir de la terminología, apenas significa supervisor, pero en el uso corriente está ligado a la estructura política romana, ejercida dentro del modelo y de la forma patriarcal, basada en la prescripción de relaciones de sobre posición y subordinación. Una mirada sobre el papel de obispo en contextos extra-bíblicos y neo-testamentarios, revela que, por principio, es un término inconveniente para designar una función comunitaria. Este término tiene una carga histórica, centrada en la administración y en la supervisión diligente y controladora de todos los movimientos de los miembros de la comunidad, en especial de las mujeres y esclavos, y del principio de sumisión a las autoridades.
El cargo de obispo (episkopos) surge relativamente pronto en la comunidad cristiana y podía ser una actividad, más o menos, libre entre otras asumidas por los miembros de la comunidad –tanto el término cuanto la tarea ya aparecen en las cartas paulinas (Flp 1,1; 1Cor 12,28). Sin embargo, episkopos pasa a ser la designación de un cargo estable en la comunidad. Hermann W. Beber afirma que desde el inicio hubo un “proceso evolutivo” y que, en Hechos, donde apenas se describe la actividad y la tarea de los líderes de la comunidad, la instrucción es dirigida a un grupo determinado y distinto de miembros, llamados presbiteroi e episkopio (Hch 20,28) . En la carta a los Filipenses, Pablo saluda a los miembros de la comunidad, junto a los obispos y diáconos (Flp 1,1). La designación no se dice respecto a todos los miembros de la comunidad, sino a un grupo específico. Ese grupo tiene el encargo de supervisar (episkopein) y servir /ejercer la diaconía (diakonein), pero no es posible, a partir de este texto, saber exactamente cuál era la tarea de esas personas. Por eso, la tarea del episkopos no es simplemente una actividad, sino un cargo. “El cargo ya existe objetivamente, pero la designación todavía no es ni firme, ni permanente” .
En las Cartas Pastorales es posible ver una experiencia diferente con relación a los obispos. En 1Tim 3,1-7, el episcopado –episkopé – parece ser ya una institución consolidada, a cuyo acceso se puede aspirar. Quien lo aspire debe llenar ciertos pre-requisitos éticos-morales, e incluso debe ser buen pater familias. Por sí solo ese criterio exceptúa a las mujeres libres y a las esclavas y esclavos de la posibilidad de asumir dicho cargo.
Según Jürgen Roloff, las Pastorales documentan el proceso de fusión de las formas constitutivas del liderazgo comunitario: presbítero, obispo y diácono . En la carta a Tito se lee los términos “presbítero” y “obispo” como si fueran el mismo oficio (Tit 1,5-9). El v.6 puede referirse, tanto a los presbíteros como al obispo. El obispo parece ser uno de los presbíteros. Presbíteros y obispos, por lo tanto, deben tener las mismas virtudes y cualidades.
La centralidad de la organización de la comunidad en el episcopo indica el liderazgo individual de las comunidades locales y establece las bases para el desarrollo de estructuras institucionales más firmes y centralizada, en el periodo posterior. Esto, sin embargo, no implica que en todas las comunidades esto haya sido una realidad. “El hecho de que éste [episkope] representa apenas una de las posibles soluciones, se demuestra abundantemente en los movimientos contrarios, dentro de la historia de la iglesia” .
Episkopoi es un término adoptado, de uso común en el ámbito administrativo y, en la comunidad cristiana, tiene tantas atribuciones administrativas y de supervisión de la comunidad, cuanto en la enseñanza. Hay una concentración de atribuciones, según Jürgen Roloff , que están presentes en las Cartas Pastorales: la enseñanza (1Tim 3,2) y la administración y la supervisión –presidir bien su propia casa y ser un buen administrador de la casa de Dios (1Tim 3,4-5; Tit 1,6-7). El obispo debe cuidar para que la sana doctrina quede asegurada y sea seguida por la comunidad; además debe administrar la comunidad como si fuera su propia casa. Los obispos tienen la función de organizar y mantener a la comunidad cristiana, en analogía con la casa patriarcal .

De la iglesia en la casa, a la iglesia de la casa de los obispos
La casa –oikos- tenía un papel religioso y jurídico central en el mundo antiguo. El oikos representa la forma socio-económica elemental de la antigüedad . Toda la vida social, fuera del ámbito de la casa, era pensada a partir de ella. La casa, en el mundo antiguo, era la base de toda la vida social y el lugar de producción y reproducción de bienes, personas y relaciones, así como ambiente de decisiones, de rituales y de prescripciones. La vida religiosa estaba concentrada en rituales y divinidades domésticas, y la mayor parte de las cuestiones jurídicas eran resueltas por el pater familias en el ámbito de la casa. Con el desarrollo de las ciudades, el oikos asume también un papel político importante. La casa pasa a ser no sólo la base social, sino también el modelo de vida social, económica y política, desde la Grecia antigua hasta la Roma imperial, inclusive cuando florece el helenismo.
La casa es la categoría fundamental para entender la historia de las primeras comunidades cristianas, no sólo en sus inicios, sino también en el tiempo de los llamados cristianos de la tercera generación (finales del siglo I e inicio del siglo II). Se vuelve necesario comprender la iglesia dentro de una economía doméstica, a partir de esta dinámica de casa. La casa, como espacio social, asume dos papeles políticos distintos. Por un lado, como espacio privado tiene una relativa autonomía. La organización o el ejercicio de poder en el oikos podían ocurrir con una considerable independencia con relación a la sociedad más amplia. Sin embargo, la autonomía de la casa era delimitada. La estructura y la organización doméstica, basadas en relaciones jerárquicas, debían ser mantenidas por el pater familias, pues del oikos se esperaba que sirviera de modelo para la organización política, y correspondiese a las expectativas sociales y políticas del mundo público de las ciudades. Es en esta polaridad, que las comunidades cristianas se encuentran. Y, justamente por la posibilidad de autonomía que ofrece la casa, es que ella requiere ser regulada y reglamentada. Por ser espacio de la autonomía posible, la casa necesita estar encuadrada en el proyecto patriarcal y ser formulada conforme a los intereses de los poderes patriarcales y androcéntricos.
La idea de que sólo puede cuidar del orden y del gobierno público, quien sabe cuidar de su propia casa, en perspectiva patriarcal, está presente en las recomendaciones para el obispo y los diáconos, los cuales deben saber cuidar bien del orden privado, para poder cuidar el orden público eclesiástico (1Tim 3,5.13). Una parte importante de este discurso es la condición de saber administrar y gobernar la propia casa, manteniendo a los hijos sumisos. Solamente quien sabe hacer esto bien sabrá también cuidar de la casa de Dios. Hijos sumisos al padre sirven de ejemplo para los miembros sumisos al obispo. Las pastorales afirman las relaciones patriarcales de la casa como modelo de sus relaciones familiares y comunitarias.
El hilo conductor de esta propuesta eclesiológica es la iglesia como casa de Dios; a partir de esta concepción se fundamenta toda la eclesiología y la ética de las Pastorales . Los elementos que configuran el comportamiento y la organización de la casa patriarcal traspasan todas las orientaciones, las cualidades, las condiciones o el comportamiento de las personas que asumen determinada función comunitaria. Hay dos pasajes, además de 1Tim 3,4-5, en los que la metáfora de la casa queda más evidente, dentro de las Pastorales: en 1Tim 3,15, el autor se refiere a la iglesia como la casa de Dios y en 2Tim 2,19-20, la iglesia es comparada a una casa grande donde están presentes, tanto el oro y la plata, como la madera, metáfora para las personas honradas y deshonradas. El obispo es la persona responsable de la administración de esta casa. Por eso debe saber gobernar su propia casa, para saber administrar la iglesia de Dios. El obispo es el señor de la casa, y Dios es el señor de la iglesia, que establece líderes para que administren la casa. En 1Tim 1,4, hay una referencia a la economía de Dios, y en Tit 1,7, el obispo es presentado como un ecónomo de Dios. O sea que el obispo debe ser el representante de Dios que administra la iglesia – casa de Dios.
Optar por un orden eclesial de la casa, significa tener un pater familias en la comunidad cuyo papel será asumido por el obispo. La comunidad será la casa de Dios y el obispo su pater familias. El obispo es el padre de la comunidad y conduce a sus miembros como si fueran niños, en orden y decencia . Para Jürgen Roloff, la expresión casa de Dios (1Tim 3,14) debe tomarse literalmente: “Dios es visto como el ‘señor de la casa’ (déspotes: 2Tim 2,21). “El ecónomo, o sea, el administrador de la casa (Cf. Tit 1,7), es instituido por el mismo Dios, por eso no puede ser cuestionado, ni contradicho” . Dado que nada puede escapar a su mirada de epíscopo, todo debe pasar por su súper visión.
La casa patriarcal pasa, por tanto, a servir como modelo oficial para la definición de la eclesiología en las Pastorales, centrado en el liderazgo del obispo. Los diáconos también son definidos en su papel como pater familias, pero con una limitación, pues su desempeño no está condicionado directamente a la concepción de iglesia como casa de Dios, que ellos deben administrar. Ese es un papel destinado al obispo, junto con la tarea de enseñar.
En cuanto la comunidad, se entendía como iglesia-asamblea en las casas, oikos representaba un espacio físico donde la iglesia se suscita como tal; no es la estructura social de oikos el factor determinante para ser iglesia .Al mismo tiempo, ese modo de comprenderse como iglesia, trajo consecuencias a las relaciones sociales de la casa. Ocurren cambios con relación a la participación de las mujeres y de los derechos de los esclavos y esclavas. En las Pastorales aparecen iglesias constituidas como la casa de Dios, no como asambleas en la casa. La comprensión de iglesia como casa es lo contrario de la comprensión de la casa como iglesia. La iglesia en la casa, configurada como asamblea de libres en la casa, es cambiada a un modelo de casa patriarcal para la organización comunitaria.
La casa, que antes no tenía preponderancia en la organización de las comunidades, pasa a ser el modelo de organización, las normas y las relaciones entre los miembros de la comunidad. Estas normas se construyen según la posición social y las diferencias de género y de edad entre las viudas, solteras, libres y esclavos. El modelo es el de la casa patriarcal. El señor asumía el mismo papel en la comunidad. Hay noticias de esclavos que se volvieron obispos, y de mujeres obispos . Con todo, el modelo que se establece es el de la casa patriarcal. Ulrique Wagener habla de un oikos-eclesiología de las pastorales .
La casa de Dios (1Tim 3,5.15) es una imagen central: “una casa de famila, una imagen doméstica, ligada al orden, a la administración, a la disciplina, a la economía, acentuando la diferencia entre dirigentes y súbditos, con gran preocupación doctrinal por la fidelidad a la ortodoxia o el depósito de la fe, ante las incipientes herejías . No se concibe la iglesia a partir de una visión de horizontalidad, sino como una iglesia vertical, en la que Dios está cada vez más distante, mientras que el liderazgo es cada vez más jerárquico. La iglesia se concibe y constituye a partir de la verticalidad y de la jerarquía, no por la pluralidad de sus miembros, dones y servicios, a fin de edificar la iglesia, el cuerpo de Cristo.
Las Pastorales articulan un discurso formulado y dirigido a las mujeres y a los hombres que están fuera del control de la estructura de poder establecida por la iglesia, y que forman otro saber que no se conjuga con la ortodoxia incipiente (la sana doctrina). La insistencia en la sumisión y obediencia, característica de algunos de estos escritos, demuestra que la sujeción a una estructura eclesial jerárquica no ocurre de forma pasiva. Por el contrario, el propio discurso demuestra su fragilidad. “El discurso vincula y produce poder, lo refuerza; pero también lo mina, lo debilita, lo expone y lo auto-excluye” . El ordenamiento de la comunidad en la perspectiva patriarcal correspondería, según la comprensión de poder de Foulcault, a la parte de la lucha constante y al empleo del poder como acción estratégica. El poder se desarrolla en una correlación de multiplicidad de fuerzas y en unos puntos de resistencias que se encuentran en toda red de poder y que representan otro término en las relaciones de poder . El poder se articula en red, en mallas sociales, lo que hace que el poder se pueda ejercer por personas que hacen parte de dicha red social. Y si el potencial de poder es el saber, es comprensible que la articulación del saber esté siendo blanco de descalificación y deslegitimazación en el intento de retirar de las personas que están al margen del poder establecido, la articulación del saber y la posibilidad del ejercicio del poder, especialmente de las mujeres y de las personas esclavas. No existe saber que no presuponga simultáneamente relaciones de poder.
A partir del discurso exhortativo de las Cartas Pastorales es posible, destaca Joana Dewey , presumir la presencia de grupos cristianos que no definen el comportamiento adecuado a partir de la edad, del sexo y del estatus de la persona, y que mantenían una amplia pluralidad de creencias y prácticas que también eran aceptadas. El ideal de la comunidad, como una bien regulada jerarquía doméstica, probablemente no era típica de todas las comunidades de ese tiempo .

La opción por una estructura monárquica y jerárquica, consecuencia de la escuela del camino patriarcal, volvió a la iglesia una de las principales fuerzas de represión y de control en la historia occidental. Ella se volvió inquisidora, violando los derechos humanos a lo largo de la historia y justificando el sexismo, la esclavitud, el racismo, el colonialismo y el belicismo, y, en muchos momentos, significó la única palabra de verdad. Sin embargo, al interior de la misma iglesia, o paralelamente, innumerables personan mantuvieron su tradición de una iglesia liberadora. Mujeres y hombres, a lo largo de la historia, individualmente o en movimientos colectivos de resistencia, se pusieron a favor de las reformas y cambios, rescatando constantemente los principios liberadores que orientaron la fe y la experiencia de las primeras comunidades, a partir de la comprensión de la iglesia como movimiento de ruptura de estructuras y normatividades esclavizantes y como asamblea de ciudadanos y ciudadanas libres.

Este artículo tiene su crédito en la investigación de doctorado. Marga J. STRÖHER, Caminhos de resistencia nas fronteiras do poder normativo – Um estudo das Cartas Pastorais na perspectiva feminista, São Leopoldo: EST/IEPG, 2002, tesis de doctorado.
Cf. Joanna DEWEY, “1Timothy, 2Timothy, Titus”, en NEWSOM, Carol A., RINGE Sharon H. (editoras), The Women Bible Commentary, Londres: Nashville/Westminster/Jhon Knox Press, 1992, p. 354.
Linda M. MALONEY, “The Pastoral Epistles”, en SCHÜSSLER FIORENZA, Elisabeth (editora), Searching the Scriptures, vol. 1: A feminist introduction, New York: Crossroad Publishing, 2000, p. 377.
Jürgen ROLOFF, A igreja no Novo Testamento, São Leopoldo: Sinodal/EST/CEBI, 2005, p. 279.
Cf. Linda M. MALONEY, “The Pastoral Epistles”, p. 362. Rinaldo FABRIS, As cartas de Paulo, São Paulo, Edições Loyola, 1992, p. 222 también considera que los oponentes no están fuera y pueden ser grupos disidentes intra-eclesiales.
Véase la discusión de Joanna DEWEY, “1Timothy, 2Timothy, Titus”, p. 353.
Los términos relativos a la piedad sólo aparecen en las Cartas Pastorales, Hechos y Segunda de Pedro, y en otros textos tardíos: eusebeia (1Tim 2,2; 3,16; 4, 7.8; 6,3.5.6.11; 2Tim 3,5; Tit 1,1; Hch 3,12; 2Pe 1,3.6; 3,11), euseubeo (1Tim 5,4; Hch 17,23), ensebes (Hch 10,2.7; 2Pe 2,9) y euseubos (2Tim 3,12; Tit 2,12).
Linda M. MALONEY, “The Pastoral Epistles”, p. 366.
Linda M. MALONEY, “The Pastoral Epistles”, p. 368.
Hermann W. BEYER, “Servir, serviçio e diácono”, en KITTEL, Gerhard (editor), A igreja no Novo testamento, São Paulo: ASTE, 1965, p. 277.
Joseph H. THAYER, A Greek-English Lexicon of the New Testament, Grand Rapids: Baker Book House, 4° edición, 1979, p. 138.
Kjell NORSTOKKE (organizador), Diaconia – Fé em ação, São Leopoldo: Sinodal, 3° edição, 1998, p. 28.
Joseph H. THAYER, A Greek-English Lexicon of the New Testament, p. 138.
Elisabeth SCHÜSSLER FIORENZA, “‘Servir á mesa’ – Reflexão sobre a diaconia a partir da teologia feminista critica”, en Concilium, Petropolis,Vozes, v. 218, n.4, 1988, p. 101.
Hermann W. BEYER, “Servir, serviçio e diácono”, p. 278..
Hermann W. BEYER, “Servir, serviçio e diácono”, p- 289.
Hermann W. BEYER, “Servir, serviçio e diácono”, p. 289.
Hermann W. BEYER, “Servir, serviçio e diácono”, p- 284.
Raymond BROWN, “Episcope y Episkopos - ¿Qué dice el Nuevo Testamento?, en Selecciones de Teología, Barcelona, vol. 21, n. 84, 1982, p. 252; Hermann W. BEYER, “Servir, serviçio e diácono”, p. 287.
Cf. Raymond BROWN, “Episcope y Episkopos”, p. 252.
Jürgen ROLOFF, A igreja no Novo Testamento, p. 291.
Jürgen ROLOFF, Der erste Brief an Timotheos, Göttingen: Vandenhoeck & Ruprecht, 1993, p. 171. Por ejemplo los miembros del senado de Jerusalén.
Sobre esta cuestión,véase Bernadete BROOTEN, Women leaders in the Ancients Synagoge – Inscriptional evidence and backround issues, Chico: Scholars.
Joseph H. THAYER, A Greek-English Lexicon of the New Testament, p. 613.
Linda M. MALONEY, “The Pastoral Epistles, p. 371.
Linda M. MALONEY, “The Pastoral Epistles, p. 371.
Ese número de viudas podía ser significativo, lo que representaría una “carga” para la comunidad; con ello puede ser comprendido la apelación del autor de las Pastorales de que las familias con recursos asuman la responsabilidad de las viudas. Eusebio de Cesarea suministra una referencia sobre el número de viudas asistidas y, a pesar de lo exagerado de la información, se verifica que el número no era pequeño: “más de mil quinientas viudas y necesitadas, todas las cuales eran alimentadas por la gracia y el amor del Señor, para con los hombres” (EUSEBIO de Cesarea, História Eclesiástica, IV, 46,11).
Joanna DEWEY, “1Timothy, 2Timothy, Titus”, p. 357.
Los hombres, en el contexto greco-romano, se casaban generalmente después de cumplir el servicio militar, lo que ocurría entre los 28 y 30 años.
Bonnie B. THURSTON, The widows – A women’s ministry in Early Church, Minneapolis: Fortress Press, 1989, p. 44
Véase Bonnie B. THURSTON, The widows, p. 44 y Linda M. MALONEY, “The pastoral Epistles, p. 371 y 379, nota 20. Cf. John N. KELLY, Epistolas Pastorais, São Paulo: Vida Nova, 1983, p. 109.
Carta apócrifa a los Filipenses, XV, 1 conforme a la versión española de Daniel RUIZ BUENO, Padres apostólicos, Madrid: editorial católica, 4° edición, 1979, p. 536 (edición bilingüe completa).
Gustav STÄHLIN, “Chera”, en KITTEL, Gerhard e FRIEDRICH, Gerhard (editores), Theologisches Wörterbuch zum Neuen Testament, Stuttgart:: W. Kohlhammer Verlag, vol. 9, 1973, p. 445.
Gustav STÄHLIN, “Chera”, p. 445.
Fritz RIENECKER y Cleon ROGERS, Chave lingüistica do Novo Testamento, São Paulo: Vida Novo, 1995, p. 467.
“Los judíos consideraban que la vejez comenzaba a los sesenta años y lo veían como un tiempo para retirarse del mundo para vivir una contemplación tranquila”, Fritz RIENECKER y Cleon ROGERS, Chave lingüistica do Novo Testamento, p. 466. Esa es la edad ideal, según Platón, para ser sacerdote o sacerdotisa (PLATÓN, “Las leyes”, en Obras Completas, traducción del griego, preámbulos y notas de María Araújo, Francisco García Yagüe, Luís Gil y otros, Madrid: Aguilar, 2° edición, 1993, p. 759).
El término aoristo es diferente del imperfecto, que tiene una acción duradera. Su significado es difícil de traducir para el portugués. “El tiempo aoristo expresa acción en su forma más simple –indefinida; no distingue entre acción completa y acción incompleta, apenas considera la acción del verbo como un punto, y es por esto que se la llama pontilear” (William C. TAYLOR, Introdução ao estudo do Novo Testamento grego, Río de Janeiro: JUERP, 8° edición, 1986, p. 64, § 181-182).
Véase, John KELLY, Epistolas Pastorais, p. 113.
Peter BROWN, Corpo e sociedade – O homem, a mulher e a renúncia sexual no inicio do cristianismo, Río de Janeiro: Jorge Zahar, 1990, p. 129-133.
Joanna DEWEY, “1Timothy, 2Timothy, Titus”, p. 357.
Joanna DEWEY, “1Timothy, 2Timothy, Titus”, p. 357: “The fact that the role of widow could not be suppressed altogether , however, led the author of 1Timothy to propose further controls in the form of additional requirements (5,9-11).
Hermann W.BEYER, “Bispo”, en KITTEL, Gehard (editor), A igreja no NovoTestamento, São Paulo: ASTE, 1965, p. 205.
Hermann W.BEYER, “Bispo”, p. 205.
Cf. Jürgen ROLOFF, Der erste Brief an Timotheos, p. 170.
Lothar COENEN, “Episcopos”, en BROWN, Colin (editor), O Novo Diccionario Internacional de Teologia do Novo Testamento, São Paulo: Vida Nova, vol. 3, 1983, p. 303.
Cf. Jürgen ROLOFF, Der erste Brief an Timotheos, p. 172.
Luise SCHOTTROFF, Dienerlnnen der Reiligen – Der Diakonat der Frauen im Neuen Testament, en SCHÄFER, Gerhard K. y STROHM, Theodor (editores), Diakonie – Biblische Grundlagen und Orientierungen – Ein Arbeitsbuch zur theologischen Verständigung über den diakonischen Auftrag, Heidelberg: HVA, 3° edición, 1998, p. 242.
Dieter LÜHRMANN, “Neutestamentiliche Haustafeln und antike Ökonomie”, en New Testament Studies, Cambridge, vol. 27, 1981,p. 87 Sobre la religión y las decisiones jurídicas en el ámbito de la casa antigua: Fustel de COULANGES, A cidade antita, São Paulo: Martins Fontes, 3° edición, 1995, p. 36-40 y 88-96.
Ulrike WAGENER, “Die Pastoralbriefe: Gezämter Paulus – domestizierte Frauen”, en SCHOTTROFF Luise e wacker Marie-Theres (editoras), Kompendium feministische Bibelauslegunng, Gütersloh: Christian Kayser/Gütersloer Verlaghaus, 1998, p. 663.
Jürgen ROLOFF, A iglesia no Novo Testamento, p. 284. En la traducción portuguesa aparece “hijos e hijas”; en español se da la misma traducción, pero conviene saber que en alemán la expresión usada hacer referencia a los niños que están en etapa de guardería (bebés) (N. de T.).
Jürgen ROLOFF, A iglesia no Novo Testamento, p. 284.
En una basílica romana dedicada a dos santas, Prudencia y Praxis, hay un mosaico pintado, donde aparecen dos santas: María y la obispo Teodora (Teodora episkopa). Cf. Karen J. TORJESEN, When women were priests –Women’s leadership in the Early Church and the scandal of their subordation in the rise of Christianity, New York: Harper Collins, 1995, p. 9-10.
Ulrike WAGENER, Die Pastoralbriefe, p. 665 y 673.
Víctor CODINA, Para comprendeer a eclesiología a partir da America Latina, São Paulo: Paulinas, 1993, p. 49.

Michel FOULCAULT, História da sexualidade, vol. 1: A vontade de saber, Río de Janeiro: Graal, 6° edición, 1985, p. 96.
Michel FOULCAULT, História da sexualidade, p. 88-89.
Joana DEWEY, “1Timothy, 2Timothy, Titus”, p. 354.

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