miércoles, 9 de junio de 2010

Reacciones desde Venezuela

Mis felicitaciones y bendiciones, sigan adelante porque el que comenzó tan buena obra fue Cristo Jesús, no la dejará inconclusa; por lo tanto, aunque vengan luchas también vendrán victorias que ganar y ya tienen la primera. Dios les bendiga y sigan esforzándose porque Dios está de su lado.
ML Zulema Garcia de Rojas Pastora de la Primera Iglesia Presbiteriana de Maracaibo-Venezuela
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Como te escribí en pasados días, la historia se va tejiendo lentamente, a veces se deben descoser puntadas, pero se persevera y se sigue tejiendo y armando un hermoso diagrama. La Palabra de Dios es muy clara al expresarnos que todos y todas somos su creación, y no hay discriminación ninguna, pero el proceso es lento, y así como el tejido a veces se dan pasos atrás, pero firmes en la fe se sigue perseverando y los logros se van creando, y se va construyendo ese mundo que Dios anhela lleno de justicia, igualdad, respeto, aceptación y responsabilidades para todos y todas. Dios bendiga a la Iglesia Presbiteriana en México, estaremos orando en este largo y difícil camino que se que ya tiene mucho tiempo tratando de construirse.
Oramos también por las mujeres para que sientan en lo más profundo de su ser que somos instrumentos de Dios igual de valiosos que los varones y que debemos afinar nuestros oídos para escuchar la voz de Dios y darnos por entero en esta lucha por la paz , es decir vivir y enseñar a vivir el evangelio tal como Cristo nos lo enseñó con su testimonio de vida. Abrazos fraternales,
Rvda. Elisa Muñoz de Bulmes Moderadora Sínodo de la Iglesia Presbiteriana de Venezuela, pastora de la Congregación Presbiteriana en San Francisco
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…Que la Gracia, Misericordia y Paz del Señor te acompañe siempre. Desde nuestra Organización de Mujeres Presbiterianas de la Iglesia Presbiteriana de Venezuela, compartimos sus acciones de gracias a Dios por este momento en el cual, se hace reconocimiento a la dignidad y vocación como fiel servidora al Señor, a la que ha sido llamada nuestra hermana Amparo.
Estaremos acompañándola con nuestras oraciones. En lo personal, como Ministra ordenada en la Iglesia Presbiteriana de Venezuela y como Enlace Nacional de la Organiza de Mujeres, con inmensa alegría la felicito por haber persistido en este propósito a pesar de las oposiciones y dificultades. Es importante mencionar que no se trata de una lucha contra quienes no aceptan la ordenación de mujeres, es una lucha por el reconocimiento y aceptación que en su voluntad creadora, Dios llama a su servicio y capacita por medio de un mismo Espíritu a todas y todos por igual. Solo hay que tener bien claro en quién hemos creído y a quién servimos. Como dijo el apóstol Pablo: “Así que no importa si son judíos o no lo son, si son esclavos o libres, o si son hombres o mujeres. Si están unidos a Jesucristo, todos son iguales. Y si están unidos a Cristo, entonces son miembros de la gran familia de Abraham, y tienen derecho a recibir las promesas que Dios les hizo”, Gálatas 3:28-29 (V-TLA)
Hermano, por favor te solicito dos cosas, por ahora, 1- la dirección de Amparo y 2- que me avises con tiempo la fecha de la ordenación, para ver si es posible que asista o asistamos a esa actividad. En lo particular no me la quiero perder. Una vez mas confirmo que el tiempo de Dios es perfecto y que a lo mejor ahora es cuando es conveniente ir a compartir con ustedes y no en aquel momento. Seguimos en contacto… Un abrazo para todas y todos.
Rvda. María Jiménez de Ramírez Secretaria Ejecutiva Presbiterio Central de la I.P.V.

Presbiterio mexicano vota ordenación de mujeres

Emmanuel Flores-Rojas-L. Cervantes-Ortiz
ALC Noticias, 4 de marzo de 2010
Toluca, México, 2 de marzo. Enclavado en el centro del país, el Presbiterio del Estado de México con sede en Toluca, capital de la entidad más poblada de México –con más de 15 millones de habitantes-, en una sesión histórica celebrada durante su LXXXVIII Reunión Ordinaria, aprobó por estrecho margen la ordenación de las mujeres a los ministerios del ancianato, diaconado y pastorado. En una votación muy cerrada (diferencia de dos votos) este cuerpo eclesiástico reconoció las vocaciones femeninas en sus tres órdenes.
El Presbiterio del Estado de México es miembro de la Asamblea General de la Iglesia Nacional Presbiteriana de México (INPM), desde 1973. La INPM es la denominación reformada más grande de país, con 63 presbiterios y 13 sínodos. El presbiterio mencionado cuenta con 26 iglesias y 23 pastores. La decisión fue resultado de un largo proceso de reflexión bíblico-teológica, alentada por los pastores más progresistas.
En los dos últimos años, se han realizado congresos de actualización teológica que han incluido el tema de género. En la reunión LXXXVI, el Ministerio de Educación, encabezado por el Pbro. Felipe Camacho Martínez, invitó a los Dres. Eliseo Pérez-Álvarez y Regina Musselman (su esposa), quienes dictaron una conferencia sobre la ordenación de las mujeres. Estos encuentros teológicos abonaron el camino para ir madurando la idea de que la ordenación de la mujer era posible.
Así las cosas, en su antepenúltima reunión ordinaria, el presbiterio acordó conceder voz y voto a una representante de la Unión Femenil, así como a las misioneras y licenciadas en Teología. Es importante resaltar que en la última Reunión Extraordinaria de la Asamblea General celebrada en noviembre de 2009, convocada para discutir y aprobar el Manual de Procedimientos de la INPM, los delegados de este presbiterio solicitaron discutir la ordenación de la mujer, lo que no prosperó por la negativa de la mayoría de presbiterios.
Incluso la propia Asamblea General radicalizó su postura al dejar de reconocer el diaconado de las mujeres, denominándolas no como diaconizas sino como “ayudantes” de diáconos. Frente a esta realidad, el 26 de febrero este presbiterio aprobó la ordenación de las mujeres. En el largo debate del día anterior a la votación, uno de los argumentos a favor de la ordenación de las mujeres, fue la cuestión de si el Espíritu Santo llama única y exclusivamente a los varones, dejando fuera a más de la mitad de la Iglesia representada por las mujeres. La respuesta fue negativa. Aunque el jueves hubo un debate abierto a todas las voces y posturas, fueron más los argumentos a favor de la ordenación, sobre todo por parte de la nueva generación de pastores.
En febrero pasado, otro presbiterio del centro del país votó también la ordenación de la licenciada en Teología Amparo Lerín Cruz, con lo que ahora son dos los cuerpos eclesiásticos que están abriendo brecha en el camino a la inclusión de las mujeres en los distintos ministerios ordenados. El presbiterio Juan Calvino y el del Estado de México inician un recorrido que abre las puertas al reconocimiento de estos ministerios. La Asamblea General de la INPM se reunirá en julio próximo, precisamente en Toluca.

Ordenación de una pastora en México, Víctor Hernández Ramírez

Lupa Protestante, 1 de marzo de 2010
La semana pasada recibimos un e-mail de Amparo Lerín, desde México. “¡¡Me van a ordenar!!”, decía el asunto del correo. Nuestra amiga nos dice que el Presbiterio “Juan Calvino”, al que ella pertenece, tomó un acuerdo histórico: dar luz verde a su proceso de ordenación. Es una gran noticia, porque en la Iglesia Nacional Presbiteriana de México han predominado las posturas reaccionarias entre los dirigentes de más alto nivel. No obstante que la iglesia presbiteriana tiene una fuerte institución teológica (el seminario teológico presbiteriano de la cd de México) en el cual estudian las mujeres desde hace largos años, hasta ahora se les ha cerrado la puerta para el ministerio ordenado.
Pero esto comienza a cambiar: dos presbiterios del centro del país han tomando la decisión de ordenar mujeres, además la iglesia presbiteriana Ami-Shadday (ubicada al norte de la Ciudad de México) celebrará el 6 de marzo una reunión sobre mujeres en los ministerios ordenados (ancianas de iglesia y diaconisas), en la cual habrá una exposición del tema por parte de Amparo Lerín. Dará su testimonio Evangelina Corona: una mujer extraordinaria, quien fue la primera mujer ordenada al ministerio de anciana en la iglesia presbiteriana de México en 1995, también fue fundadora del sindicato de costureras, posterior al terremoto de 1985 y fue diputada en la Cámara de Diputados por un partido de izquierda (PRD).
Amparo Lerín es originaria de Oaxaca, estudió la licenciatura en administración de empresas y posteriormente hizo los estudios de teología en el Seminario Teológico Presbiteriano de la ciudad de México. Ha colaborado en labores pastorales (trabajo pastoral, pastoral con jóvenes, predicadora itinerante) desde 1995 en diversas iglesias de la ciudad de México y en la Ciudad de Toluca. Está casada con el pastor Rubén Montelongo y tienen dos hijos (Hésed y Vania). Amparo siempre ha tenido esa fuerza, esa pasión que tienen la mujeres de Oaxaca (siempre me pregunté si no tiene sangre de tehuana, aquellas formidables mujeres del itsmo de Tehuantepec) y en el ministerio siempre ha mostrado esa inteligencia apasionada.
Ha sido un largo camino hasta ahora, para conseguir el paso actual, de vislumbrar su ordenación. Recuerdo cuando en el Presbiterio de la Ciudad de México, al que pertenecí (hay 7 presbiterios en el área metropolitana), Amparo recibió la licencia como predicadora (paso previo a la ordenación). Mi primera reacción al responder el e-mail de Amparo, fue felicitarla y hablar de esta “red global para la feminización del ministerio”, porque acá en España hemos recién celebrado la ordenación de Eva Domínguez como pastora dentro de la Iglesia Evangélica Española. Y realmente creo que las redes femeninas en el mundo global son decisivas en la lucha para los cambios en la sociedad: otro mundo es posible si podemos potenciar esas redes de mujeres que luchan y sostienen, con su afecto y su trabajo, las esperanzas de muchos.
Creo que, en el fondo, no se trata solamente de un movimiento de género, pues también hemos visto como hay mujeres que ocupan los cargos de poder (incluso en las iglesias), y reproducen las mismas exclusiones e injusticias, aún cuando sean mujeres con discursos feministas. Esto le hace mucho daño a la lucha por la igualdad de derechos en el campo del género. Recordaba precisamente aquel estudio de Elsa Tamez (Luchas de poder en los orígenes del cristianismo. Un estudio de la primera carta a Timoteo. Santander, Sal Terrae, 2005) que muestra el caso de la comunidad de Éfeso, donde se mezclaron las luchas de poder con las exclusiones de las mujeres: las mujeres ricas tuvieron un efecto nocivo, por su posición como patronas–benefactoras, sobre la participación libre de las mujeres (que ya era un hecho por entonces).
En suma, la ordenación de una pastora se inscribe en esa misma búsqueda de la justicia del Reino, donde el género y la clase social dejan de ser motivo de exclusión. Un mundo donde todos seamos uno en el Señor. Aquí mejor damos la palabra a Amparo: "Mi corazón no tiene palabras para agradecer a Dios lo que ha hecho conmigo, me llama a servirle y abre el camino para muchas mujeres en nuestro país. Éste es un gran paso en la historia de la iglesia en México, no es mi lucha, es la lucha de muchas mujeres y también varones por lograr la igualdad y la justicia para las mujeres dentro y fuera de nuestro país. Agradezco al Presbiterio de la Ciudad de México el haber iniciado éste proceso con mi licenciamiento y al Presbiterio Juan Calvino el llevarlo a su fin y a ustedes mis amigos más cercanos sus oraciones, su apoyo, sus palabras de ánimo y el trabajo que hemos realizado codo a codo en el ministerio. Y sigo solicitando sus oraciones para que éste proceso llegue a feliz término en breve, por mi parte ya estoy preparándome".
Es así la celebración, la alegría, cuando ocurren los acontecimientos que nos llenan de esperanza, la esperanza del cambio, la esperanza que se funda en una confianza todavía más profunda. Como lo expresa ese verso del salmo 138, que Amparo quiso elegir para estos momentos: “¡El Señor llevará a feliz término su acción en mi favor! Señor tu amor es eterno; ¡No dejes incompleto lo que has emprendido!” (Salmo 138:8).

¿La dualidad es una realidad?, Eva Monroy Ojeda

¡Gracias a Dios por ser mujer!
¡Gracias a Dios por ser cristiana!
¡Gracias a Dios por ser mexicana!
Cada vez que leo la Biblia le pido a Dios que me de inteligencia y sabiduría para conocer más, éste conocimiento me convierte en una mujer humilde y responsable, ya que lo más importante es lo que sale de mí. Desde cuando el hombre como género se ha vuelto juez y a la vez parte en la toma de decisiones: Al decidir que las mujeres no deben participar en el ministerio, liderazgo y consecuentemente en su ordenación. Si la respuesta la tenemos en la propuesta del Reino de Dios de Jesucristo al incluir, a todos en igualdad, equidad y justicia sin discriminación de género, clase social, estado civil o actividad laboral. En la Biblia Dios nos enseña su inmenso amor a través de la gracia, “...porque todos somos uno en Cristo Jesús” Gál 3:28. Lo único que tenemos que hacer es aceptar este regalo con humildad en el corazón.
La toma de decisiones de los líderes varones en las Iglesias va encaminada a creer que tienen la voluntad de Dios, sin embargo, realizan su propia voluntad, mediando intereses económicos, políticos, culturales y sociales, dejando a un lado la voluntad de Dios y la propuesta del Reino de Dios, de igualdad y equidad, anunciada por nuestro Señor Jesucristo, la que llevó a la acción misma, como está escrito en los evangelios.
Por principio Dios nos dio la libertad en su sentido total. Dios no ha mostrado su poder, su amor, su gracia para continuar siendo esclavos, con ataduras que nos asfixian y al final matan la esperanza y aniquilan al espíritu. Dios nos ha mostrado su poder, su Gloria, su Amor, su Gracia en su totalidad, no a medias, no partido, ¡por favor! No hagamos a Dios mínimo, insignificante e inmisericordioso, lleno de odio y rencor, no lo llevemos al grado humano, llevémosle como es Él, Dios soberano, todopoderoso, omnipresente, omnisciente, a este nivel, su nivel.
Me permitiré realizar las siguientes preguntas: ¿quién les ha otorgado a los hombres como género que son los herederos de la gracia y de la verdad?; ¿quién les ha dicho que solo ellos pueden estar parados frente al púlpito y predicar el evangelio?; ¿quién les ha dicho que solo ellos pueden llevar las buenas nuevas? y ¿quién les ha permitido tanta soberbia? La respuesta la tenemos en el mismo Señor Jesús en su estancia en la tierra, al mostrarnos su humildad y obediencia al padre. También con autoridad vino a que se cumpliera la Ley, no la Ley de los hombres sino la Ley de Dios. Entonces, siguen las preguntas ¿Quién les ha dicho a los hombres -como género- que sólo ellos pueden tener el privilegio de ser hijos de Dios? Les pido por favor que lean los evangelios donde nos muestra como el Señor Jesús, durante su ministerio fue acompañado por los desprotegidos, los necesitados, los marginados, las mujeres a las que enseñó y discipuló entre ellas, su madre, hermanas (Marcos 6:3), Martha y María (hermanas de Lázaro), a la Samaritana (Juan 4:19-42), María Magdalena y muchas más. ¿Quién les ha dicho a éstos hombres que este privilegio es exclusivo de ellos?
Cuando nuestro Señor Jesús Resucitó primero se aparece a María Magdalena dándole el mandato “mas ve a mis hermanos, y diles…” (Juan 20:17). En este mandato le está otorgando la potestad de ser llamada hija de Dios, discípula y predicadora para anunciar las “Buenas Nuevas” y la propuesta del “Reino de Dios” sin discriminación tratándonos como hermanos y hermanas ayudándonos mutuamente. Jesús, el Cristo vino a romper esquemas, llevó un movimiento de renovación, con el anuncio de las “buenas nuevas” sin exclusión, rompiendo con las Instituciones sociales y religiones centrales: templo y la ley, nos exigió una transformación profunda del ser hermano en su relación con Dios, la que debe de manifestarse en el amor fraterno, en igualdad y solidaridad. Por tal motivo, el templo y la ley deben estar en función de la dignidad e igualdad de todo ser humano. Si la ley excluye no tiene valor y está alejada de la voluntad de Dios.
Las modificaciones que han realizado en la Constitución General de la Iglesia Nacional Presbiteriana de México, A.R. principalmente en los artículos 76, 81 y 83, son excluyentes, privativas: “exclusivo de los varones”, misóginas, retrogradas, y se encuentran a mas de 2000 años ( la mujer en los tiempos de Jesús estaban en la marginación total). Estas modificaciones se contrastan con otra realidad, en la que vivimos día a día las mujeres. Si soy profesionista: abogada, arquitecta, maestra, astronaúta, ingeniera, médica, contadora, Ministra en la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Ministra de música, investigadora, etc., etc., etc.; O me dedico a las labores en el hogar, y no por el hecho de no haber tenido la oportunidad de realizar un grado académico, se ha participado de manera activa en la vida productiva del país. Todos tenemos obligaciones pero también derechos y por ser mexicana y sin importar mi condición económica, profesional, social, cultural o estado civil; la Carta Magna (Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos) que nos rige a todos, me otorga los derechos y garantías individuales de igualdad, equidad, justicia y en cualquier momento, cuando han sido violados estos derechos y garantías, quitados, anulados u olvidados, puedo apelar para defenderlos. ¿Por qué? como mexicana si puedo apelar, luchar y defender mis derechos amparados en la Constitución Política. Y ¿por qué? como mujer cristiana no puedo apelar, cuestionar y defender mi derecho que por el solo hecho de ser hija de Dios, hecha a su imagen y semejanza y lo mas trascendente es que Jesús, el Cristo ya me perdonó, me quitó todas las cadenas y me ha dado el privilegió de llevar a la acción misma, “la gran comisión de llevar las buenas nuevas”, como está escrito en la palabra de Dios -La Biblia- de ser heredera de la gracia. Sin embargo, nuestros líderes varones en la Iglesia Nacional Presbiteriana quieren borrar, aniquilar y olvidar este privilegio, no otorgado por los hombres, sino por nuestro Redentor y Salvador: Jesús, el Cristo. Tampoco entiendo por qué permiten estos líderes varones que las mujeres (excluidas, olvidadas y marginadas), diezmen con el dinero fruto del trabajo arduo hasta mas de l0 horas, continuando con el trabajo en el hogar, en la comunidad y en la misma Iglesia, si es exclusivo del varón el ser proveedor (lo que nos han dado a entender) y hacen mucho énfasis los líderes varones en las Iglesias.
En el Antiguo Testamento tenemos muchos ejemplos de mujeres que profetizaron, siendo líderes y liberaron a su pueblo como Débora (Jueces 4:4-24).O como Ester, que siendo ella de cuna humilde, llego a ser la esposa del rey Asuero, pudiendo así salvar a judíos inocentes. (Est. 2:1-8:15) En la actualidad, he conocido a mujeres que han escuchado el llamado y seguido a Jesús, el Cristo, llevando el mandato de compartir “Las Buenas Nuevas”, comprometidas y fieles en la propuesta que marcó nuestro Señor Jesús, el Cristo, del Reino de Dios, como los hicieron en su tiempo: Lidia (Hechos 16:13-l5); Priscila (Hechos l8: 1-3) y Febe (Romanos 16:1). La lista de mujeres es interminable, mencionaré a las que les he conocido su trabajo, compromiso, esfuerzo, amor como: Josefina, Noemí, Miss Love, Arelí, Martha, Judith, Ana, Rebeca, Elsa, Alma, Claudia, Victoria, Átala, Sara, Angeles, Silvia, María Elena, Aíde, Elizabeth, … mujeres comprometidas en el movimiento de Jesús, el Cristo.
Por lo anterior, quiero que me expliquen los varones que está pasando, me dirijo a los líderes de la Iglesia Presbiteriana en México, si seguimos con el doble mensaje, la doble moral, el doble liderazgo o todo lo anterior es tan sólo dualidad.
Octubre de 2003
Este documento se realizó como respuesta a la decisión del Consistorio en una Iglesia Presbiteriana de la Ciudad de México, donde me congregaba, de no aceptar que se eligieran diaconisas en Reunión Congregacional programada para elección de Diáconos y Ancianos Gobernantes en septiembre 2003, argumentando que la Iglesia no estaba preparada, La Iglesia en referencia tenía mas de 50 años de haberse constituido. El Presbiterio al que pertenecía esta Iglesia había dado la apertura a este liderazgo en agosto de 2003, firmando de conocimiento y aceptado por el consistorio de la Iglesia en cuestión. Texto revisado y actualizado el 1 de julio de 2008.

Carta a la Asamblea General de la INPM, Martha G. de Valladares

H. Asamblea de la Iglesia Nacional Presbiteriana
Estimados hermanos en Cristo:
Como miembro en plena comunión de la Iglesia Nacional Presbiteriana El-Shadday, pero principalmente como hija de Dios, me permito expresar mi sorpresa e indignación ante el nuevo status del papel de la mujer en la Iglesia que aparece en la nueva Constitución, y que considero totalmente ajeno a las enseñanzas de Cristo y Su voluntad, ya que deshonra a la mujer que es creación suya tanto como el varón, hecha igualmente a su imagen y semejanza y con el mismo propósito de amarle, servirle y obedecerle. Estoy consciente de la existencia y necesidad de organismos que regulen y mantengan la visión de la Iglesia de Cristo y la sana Doctrina, y la protejan a través de una serie de estatutos que conforman su Constitución, y que todas las Iglesias afiliadas a estos organismos tienen la obligación de cumplir. Reconozco asimismo que ignoro muchas cosas sobre la estructura y funcionamiento de dichos organismos, pero conozco a Dios a través de Su Palabra y lo amo con todo mi corazón, mis fuerzas y entendimiento. Sé que podría citar muchos versículos de la Biblia para sustentar mi posición, pero sé también que a través de los siglos esto ha sido motivo de grandes controversias que no han llegado a ningún lado pero si han dañado muchas vidas. En lugar de reconciliar, han provocado pugna y desunión en la Iglesia, Cuerpo de nuestro Señor Jesucristo.
Lo que puedo hacer es compartir mi experiencia como mujer con el deseo ferviente de que hagan un análisis serio y honesto de las Sagradas Escrituras, y reflexionen en las implicaciones que esto puede tener en un mundo en el que la mujer ha ido poco a poco y con mucho esfuerzo, demostrando su capacidad, obteniendo cada vez más espacio y presencia en todas las esferas, sin contar que más de la mitad de la población es del sexo femenino. Toda mi vida me he sentido muy orgullosa de ser mujer; pero también, desde pequeña y a medida que crecía, me fui dando cuenta, por lo que observaba, y por lo que implícita y explícitamente se me comunicaba, que el hombre era superior a la mujer, y por consiguiente, la mujer no era capaz de desarrollar actividades ni papeles importantes ya que se daba por sentado que eran propias y exclusivas del varón. Literalmente, la mujer no tenía ni voz ni voto, ya que ellos eran los del conocimiento y sabiduría, y por consiguiente los que debían tomar las decisiones. Además, fui descubriendo que esa posición no solamente era propia de mi casa en donde paradójicamente mi abuela ejercía un papel de control y mando, sino que era la posición normal y general, que asumí como “verdad”, ya que también en la Iglesia, que era la máxima autoridad, así se acostumbraba y así se predicaba.
Yo era muy callada y muy bien portada, pero también muy observadora, y conforme pasaba el tiempo iba apreciando cada vez más el valor y la inteligencia de la mujer, así como las limitaciones sociales, políticas y religiosas que impedían que se valorara, desarrollara y aportara su gran potencial. Su espacio se limitaba al hogar. y sus roles a ser madre, esposa y ama de casa. Aunque no lo expresaba, por timidez o por temor a ser regañada, esta situación me parecía injusta, y generó en mi angustia, inseguridad y baja autoestima, porque llegué a la conclusión de que por más que me esforzara, nunca podría romper con el estereotipo de mujer creado por la cultura, la sociedad machista, y tristemente también por la Iglesia, quien además, con sus dobles mensajes y su rigidez ausente de la Gracia de Dios, me crearon mucho conflicto y una crisis de identidad. Amaba mucho a Dios pero no me sentía amada por él… Ahora puedo verlo, me sentía como el hermano mayor de la parábola del Hijo pródigo.
Sin embargo Dios verdaderamente me amaba, pues a través del estudio y reflexión de Su Palabra y la dirección, testimonio y apoyo de hijos e hijas suyas verdaderamente comprometidos con él, en Su gracia pude verdaderamente reconocer, (no repetir simplemente sin mucha convicción), que soy pecadora; y pude sentir y aceptar con enorme gratitud la salvación que por medio del sacrificio de su Hijo Jesucristo recibí, así como la seguridad de mi valor e identidad como Hija en la familia de Dios, con todos los privilegios, promesas, esperanza, así como un compromiso de crecer y trabajar para el extendimiento de Su Reino, de acuerdo a Su llamado, la dádiva de sus dones y la presencia de Su Santo Espíritu, para cumplir las tareas que de allí en adelante me asignara.
En relación con el trabajo que me ha permitido desarrollar dentro y alrededor de la Iglesia, quiero dar testimonio del apoyo que recibí principalmente de mi esposo quien valoraba mucho a la mujer y consideraba de suma importancia su papel en la Iglesia. De igual manera valorábamos mucho nuestra pareja, y la considerábamos una gran bendición de nuestro Dios. Al poco tiempo nos llamó a compartir esta bendición con nuestra Iglesia y nos abrió las puertas para hacerlo en el Departamento de Educación Cristiana, para lo cual tomamos un curso en el Seminario Teológico Presbiteriano por extensión, e iniciamos también el ministerio de “Células” o “Grupos Pequeños”, que enriqueció la vida de la Iglesia y sobre todo nuestras vidas. Quiero subrayar que no obstante que nos preparamos para estas tareas tomando diversos cursos, la motivación y la fuente fue para los dos y sigue siendo todavía para mí, el poderoso y fascinante ministerio y ejemplo que tenemos en Cristo. Esto nos permitió acercarnos, “verlo de cerca”, aprender y caminar por la vida juntos a la luz de Su Palabra y de sus enseñanzas tan prácticas como actuales. Nos marcó mucho la relación tan sensible, empática e integral que tuvo con los marginados, los rechazados, los impuros, los enfermos, los necesitados, con quienes de alguna manera y en diferentes circunstancias nos identificamos.
También nos impactó mucho, por la realidad en la que siguen viviendo, en pleno siglo 21, gran parte de las mujeres: injusticia, explotación, desprecio, abuso y acoso sexual, inseguridad, falta de garantías, derechos y educación. Y en contraste muy marcado la forma en que Jesús las trató. Con su amor y aceptación, no sólo las dignificó y valoró, sino que las incluyó en su ministerio y las envió a dar las buenas nuevas, rompiendo así las barreras sociales, culturales y religiosas existentes, y mostrando de esta manera parte de lo que significa el establecimiento de Su reino en este mundo como lo dice en Gálatas 3:28,29 “Ya no hay judío ni griego; no hay hombre ni mujer, porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús. Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente descendientes de Abraham sois, y herederos según la promesa.” El Reino de Dios es una realidad que estableció Cristo con su venida hace ya más de dos mil años. Nuestra tarea como cristianos y como hijas e hijas de Dios es extenderlo, es un mandamiento y debe ser la prioridad de la Iglesia. Hacer discípulos, que amen a Dios y le sirvan.
Esto es y ha sido posible a través de su Santo Espíritu que fue derramado en el Pentecostés cumpliéndose la promesa divina comunicada por Joel 2:28,29 en que “derramaría Su Espíritu sobre todo ser humano y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas…..”, así como la certeza de que la Obra es de Dios, y para que la llevemos a cabo nos da dones. Dice Su Palabra “hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo. Y hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo. Y hay diversidad de actividades, pero Dios, que hace todas las cosas en todos, es el mismo… Él reparte a cada uno en particular como él quiere.” Nadie puede dar lo que no tiene. Regresando a la nueva Constitución, estoy convencida que los estatutos son importantes en la medida que no lastimen o nuestra integridad o amenacen la dignidad y honra, en este caso como hijas muy amadas de Dios rescatadas con su sangre preciosa derramada en la cruz del Calvario para gloria y honra de Su Nombre y para amarle, obedecerle y hacer las “buenas obras” que de antemano preparó para cada uno de sus hijos e hijas.
Levanto la pregunta: esta medida en la nueva Constitución en relación con la mujer (desconozco las otras), ¿es para la gloria de Dios y para contribuir a la unidad y la edificación del Cuerpo de Cristo? Ustedes tienen la palabra…. Personalmente, me siento muy triste e indignada. No puedo aceptar que se borre de un plumazo mi privilegio como hija de Dios, heredera de Dios y coheredera con Cristo, de servirle de acuerdo a su llamado y voluntad porque las autoridades eclesiásticas, no Dios, así lo decidieron, aclarando que no estoy pensando o deseando ser pastora, no tengo la preparación teológica, ni es mi llamado. Dios no me va a pedir algo que no pueda hacer. Pero conozco mujeres que han sentido ese llamado y han luchado mucho para ser ordenadas y predican su Palabra con gran fervor, sabiduría y poder de Dios y el Espíritu Santo está con ellas y son de gran bendición. En nuestra Iglesia tenemos diaconisas y nunca había visto servir en este ministerio con tanta dedicación y gozo, me impresiona su humildad, su servicio, su entrega, su sensibilidad para tratar a la gente que asiste y estar pendiente de sus necesidades, y su sonrisa y comprensión siempre presentes. No me cabe la menor duda que Dios las ha llamado para este ministerio. Dios tiene tareas específicas y especiales, diferentes para cada uno de sus hijos e hijas.
Por último quiero enfatizar el hecho de que Dios nos creó diferentes de acuerdo con Su voluntad, y por lo tanto como hombre y mujer tenemos perspectivas diferentes, iguales en importancia y tan necesarias unas como las otras para poder tener una visión más completa, más plena. Estas diferencias fuera de oponerse nos complementan y nos enriquecen. Esa es mi experiencia como esposa y esa es mi experiencia en el trabajo como pareja en la obra de Dios. Es mi oración que Dios les guíe y consideren la importancia del papel de la mujer en Su Iglesia, pues además, vivimos en una ciudad sobrepoblada con grandes necesidades espirituales, morales, físicas, afectivas, dominada por el materialismo, el placer sexual desenfrenado, el alcoholismo, la drogadicción, egoísmo, fanatismo, corrupción, crimen, injusticia, división y encono político, desempleo, inflación, pobreza extrema, injusticia y ausencia de esperanza. Se necesitan hombres y mujeres que amen a Dios y compartan con ellos lo que Dios ha hecho en sus vidas.
En el amor de Cristo.

Mujeres en el México posrevolucionario, María Teresa Priego

20 de febrero de 2010
El exceso de sport en la mujer está creando un tercer sexo… neutro; lo cual en lugar de beneficiar a una raza tiende a destruirla. Esto podrá ser por el abuso que el sexo débil ha hecho de algunos deportes en su loco afán de masculinizarse.
Periodista (1924) citada por Anne Rubinstein, en su ensayo “La guerra contra las 'pelonas'”, en Género, poder y política en el México posrevolucionario. Compiladoras: Gabriela Cano, Mary Kay Vaughan y Jocelyn Olcott. Prólogo de Carlos Monsiváis. México, Fondo de Cultura Económica, 2009.
¿Podríamos imaginar que en los años veinte del siglo pasado, el derecho de las mujeres mexicanas a “cortarse las trenzas” causó debate nacional? El corte garçonne fue elegido por miles de mexicanas. Con los vestidos holgados que permitían mayor libertad de movimientos, y la “cultura” del ejercicio femenino. Una idea nueva de mujer irrumpía. Provocó las furias más intensas. Amenazas rituales: la pérdida de la feminidad. El ocaso de los verdaderos valores. Sumisión a la influencia extranjera que saquea nuestra “idiosincrasia”. Anne cita a un arzobispo en una entrevista “En la que amenazaba con tomar medidas contra „las mujeres que olvidan la decencia, el natural recato, el decoro más elemental para vestirse‟”. Las “medidas”, hubo quien las tomara. Un grupo de estudiantes secuestró a una muchacha de pelo corto. La raparon. Dos más fueron rapadas en el interior de la Escuela de Medicina, pese a la protección de sus compañeros. El mismo castigo se infligió a las “traidoras” en Francia, al fin de la guerra. Raparlas. (“Las rapadas”. Brossat) Circunstancias muy ajenas. Interesante vínculo en común: la “traición” que se castiga rapando. Los cabellos como metáfora de la intimidad femenina. ¿Qué traicionaban las “pelonas”? Una idea “inmutable” de feminidad. ¿Que una mujer hiciera ejercicio podía convertirse en el principio del fin de la familia? Por allí iban los argumentos de los adversarios de las mujeres de cabellos cortos (¿E ideas largas?) El ensayo de Gaby Cano, “Inocultables realidades del deseo”, conduce hacia la vida del coronel Amelio Robles. Luchador zapatista. Afiliado al Partido Socialista de Guerrero. Condecorado Veterano de la Revolución. Amelio. Nacida Amelia, y educada como tal, eligió su identidad masculina durante la lucha armado. Llevó la revolución –es la interpretación de la historiadora- hasta la intimidad de su deseo: reconocerse en esa virilidad que sentía suya. Lo logró en su vida cotidiana, y aún ante credenciales y condecoraciones.
En 1927, Miguel Gil, de El Universal entrevistó a Amelio. Gaby escribe: “Gil ve a Robles como un espíritu masculino atrapado en una „envoltura corporal‟ femenina: „La coronela es un hombre, y sin embargo, nació mujer‟”. Monsiváis hace un análisis del movimiento revolucionario. Sus significados y sus significantes. Y un recorrido de las reivindicaciones femeninas desde fines del siglo XIX. Las luchas sufragistas. Figuras entrañables como Elvia Carrillo Puerto. Julia Tuñón, indaga la búsqueda posrevolucionaria de una “identidad nacional”, en su ensayo “Feminidad, indigenismo y Nación” (la obra del Indio Fernández) Cito: “En los años cuarenta mexicanos un tema fundamental de la cultura refiere a la construcción imaginaria de la nación y la búsqueda de la identidad de los mexicanos, que las políticas oficiales intentan sustentar en la cultura indígena, en contradicción con las prácticas comunes en que subsisten el menosprecio y el racismo hacia los indios vivos”. ¿Qué tanto hemos cambiado en esa identidad tan escindida que señala Julia? “Haciendo y deshaciendo familias. Adopción y beneficencia”, Anne Blue. “La lucha entre el metate y el molino de Nixtamal”, María Teresa Fernández. “La masculinidad de la clase obrera y el sexo racionalizado”, Susan Gauss. “Género fe y Nación. El activismo de las católicas mexicanas”, Kristina Boylan. “El activismo de base de las mujeres del campo”, Lynn Stephen. “Género, clase y ansiedad en la escuela vocacional Gabriela Mistral”, Patience Schell. “Género trabajo, sindicalismo y cultura de las mujeres de la clase trabajadora”, Heather Fowler. El voto femenino fue considerado (cuando comenzó a ser considerado) como un atentado contra la familia, la fertilidad y la nación. ¿Una mujer podía “masculinizarse” al votar y ser buena madre? ¿Podía votar sin que las urnas condujeran a oscuros libertinajes? Cuando escucho “Yo soy femenina y no feminista” (¿Son excluyentes?) o “Ni feminismo ni machismo” (¿En qué consiste la equivalencia?) pienso en la importancia de conocer los largos y empecinados procesos que han ido transformando y re-definiendo los paradigmas “inmutables”. ¿Cómo se obtuvieron logros que damos por hecho? ¿Quiénes lucharon por ellos? ¿En qué circunstancias? ¿Esas mujeres lucharon por sus derechos porque odiaban a los hombres y “no eran femeninas”? ¿O intentaban abrir nuevos caminos para amarse a ellas mismas, y para amarlos a ellos? La educación. La equidad en la diferencia. Hay tanto por aprehender en este apasionante caleidoscopio que ofrecen las historiadoras feministas.

Las memorias de una costurera: Evangelina Corona, Elena Poniatowska

Evangelina Corona, costurera, nunca se imaginó que la mañana del 19 de septiembre de 1985 un terremoto transformaría no sólo la vida cotidiana de la ciudad de México, sino la suya propia. Después de dejar a su hija en la escuela, acudió al trabajo y vio que su edificio de 11 pisos en la calle de San Antonio Abad se había colapsado y reducido a cuatro pisos, en cuyos escombros quedaron los cuerpos de sus compañeras. El golpe fue definitivo. La vida de muchos mexicanos cambió para siempre. Solidaria, con su sabiduría bíblica de presbiteriana, gracias a la intensidad de sus palabras, a sus profundas convicciones y a consejos tan sencillos como “no hay que apachurrarse”, Evangelina alentó y organizó a sus compañeras para que transformaran su dolor en acción y nunca se imaginó ser la secretaria general del Sindicato de Costureras 19 de Septiembre, nunca pensó ocupar un escaño en la Cámara de Diputados y llegar a ser legisladora, nunca previó que algún día hablaría a nombre de sus compañeras ante el ex presidente Miguel de la Madrid y le llevaría la contraria. “No, señor Presidente, así como usted las dice, así no fueron las cosas”. Lejos de intimidarse con los poderosos, su autenticidad los deja con un palmo de narices. Su vehemencia la volvió líder. “Mis propias palabras me llevaban no sabía yo a dónde”. De los escombros surgió una mujer que hablaba sin barreras, que la propia Evangelina desconocía.
Evangelina publica sus memorias con la invaluable ayuda de Patricia Vega y las titula Contar las cosas como fueron (México, Documentación y Estudios de Mujeres, 2007, www.demacvirtual.org.mx/files/pdf/Boletin_30.pdf), y resultan de una frescura, una franqueza conmovedoras, ya que Doña Eva (como la llaman sus compañeros) revela su intimidad sin esconder nada, al contrario, se nos da toda entera y podemos beberla como un vaso de agua pura. Ya de por sí la portada del libro de 212 páginas, publicado por Demac, es impactante. La foto de la portada es excelente: Evangelina está rota a la mitad y cosida con aguja e hilo rojo. Resulta que Demac publica sin proponérselo un libro de ética en el que Evangelina no escandaliza ni mortifica porque nada de lo que dice es artificial o falso. Nunca se asume como víctima o como mártir, cuenta sus vivencias y los cambios de su vida con naturalidad. Nadie podría relatar su vida amorosa con la inocencia con que ella lo hace y hablar de lo que más quiere: sus hijas. (Es más fácil hablar de política que hablar de uno mismo).
Madre soltera, escoge libremente su destino: “No estaba tan tirada a la calle como para que nadie se fijara en mí. Pero yo no quería vivir esclavizada bajo el yugo de un hombre. Y ahí están las dos hijas, gracias a Dios”. Nacida en un pueblo de Tlaxcala, en 1938, Evangelina fue una niña sin recursos. Sus ocho hermanos se dedicaron a sembrar y a recoger frijol, haba, maíz, trigo, cebada y, los domingos, piedras para ayudar a su papá a levantar su casa, a unos 100 metros de una barranca. Doña Eva sabe lo que es la pobreza y no tiene una pizca de resentimiento. Después fue sirvienta en una casa de Apizaco, de la que salió huyendo porque su patrón la perseguía y prefirió dejar todo antes que ser propiedad de ese señor. En el Distrito Federal también fue sirvienta hasta que por fin pudo volverse costurera y dominar a la perfección la overlock, “una máquina bonita que hace remates, cierra bien las costuras y las clausura”. A lo largo de los años aprendió a manejar la dobladilladora, la ojaladora y la botonadora, pero sobre todo a tener una vida verdaderamente cristiana.
El sismo de 1985 afectó no sólo a Evangelina, sino a todas las de su gremio. Mil 326 talleres o fábricas de la zona quedaron inactivos, 800 de ellos destruidos totalmente, muchos eran empresas “fantasma” y no se responsabilizaron de las costureras que se quedaron sin sueldo. Además de trabajar 10 horas diarias y no ganar ni el salario mínimo se llevaban trabajo a su casa a destajo para hacerse de un poco más de dinero. A pesar de la dureza de sus condiciones, ni Evangelina ni sus compañeras de trabajo sabían lo que era la explotación laboral. “La palabra explotación no existía en mi vocabulario, antes del terremoto del 19 de septiembre yo no tenía conciencia de explotación o no explotación. El 85 fue para mí un antes y un después en mi vida. Si no hubiera ocurrido el terremoto seguiría yo muy campante, conforme con que me dieran trabajo. Pero el salto que me hizo dar esa tragedia fue mayúsculo”. Evangelina, quien abrazaba a su patrón apenas lo veía, descubrió lo que era reclamar y sin planearlo se convirtió casi de un día al otro en jefa de sindicato. Nunca se preguntó qué patrón la contrataría después si se convertía en dirigente sindical. Ella exigió una indemnización más justa para las costureras. Entre los escombros, quedó su ingenuidad y el abrazo al patrón.
En 1985, la situación de las 700 mil costureras era crítica: 40 mil se quedaron sin empleo debido al sismo y en estado de indefensión, porque 50 por ciento de la producción se hacía en talleres clandestinos, 51 por ciento de las trabajadoras tenía sólo contratos semanales y apenas 18 por ciento era de planta, 73 por ciento no sabía lo que era y para qué sirve un sindicato y 89 por ciento estaban convencidas de que el líder sindical estaba coludido con el dueño de la empresa. Ante esta situación, Evangelina Corona, junto con otras compañeras, fundó el Sindicato de Costureras 19 de Septiembre. “Ahora tú eres nuestra dirigente” y su vida dio un giro de 180 grados. Evangelina es una mujer muy bella de cabello blanco y piel lisa como la de una manzana recién cortada. Verla como protagonista principal en la película de Maricarmen de Lara, No le pedimos un viaje a la Luna, es un gusto enorme.
Tiene una gran presencia y un don natural: saber dirigirse a los demás con voz clara y conceptos precisos. Se comunica con eficacia no sólo porque tiene facilidad de palabra sino porque estructura su pensamiento en forma sólida y expone sus ideas con palabras sencillas y directas. Quizá porque es catequista protestante, Evangelina aprendió a guiar las mentes de niños y adultos por el camino del conocimiento. Además tiene su propio criterio. Alguna vez me contó de su paso por la Cámara de Diputados. Ella misma se preguntaba: “¿Cuándo una costurera que sólo cursó el tercero de primaria va a llegar a la Cámara? No cabe en la mente de nadie”. A pesar de sus escasos conocimientos y preparación, como ella misma lo dice, su honradez y su sentido común la convirtieron en una diputada ejemplar por el sólo hecho de que partía de su realidad y nunca dejó de decir la verdad y recibir, atender y defender a los más pobres. Votó en contra de varias reformas constitucionales. Al ver que sus compañeros diputados no hacían lo mismo se preocupaba, los consideró farsantes y opinaba que “el trabajo en la Cámara de Diputados es una farsa, una completa pérdida de tiempo y se desperdicia dinero que le cuesta al pueblo. Los diputados son unos saqueadores económicos disfrazados porque, ¿cuánto se lleva un diputado?” Sus compañeros la decepcionaron. “Lo que más me dolió y me costó trabajo aceptar fue la reforma al artículo 27 de la Constitución. Fue un ataque al pueblo mexicano, especialmente al campesinado que antes podía ceder o dejar sus derechos a su esposa o a sus hijas o hijos mayores (…) Para mí eso fue muy grave pues volvimos a los terratenientes, porque el único que puede comprar es el que tiene dinero: el pobre no le va a comprar al pobre”. Concluye Evangelina: “De la LV Legislatura me quedó un mal sabor de boca”. Hoy, cuando tenemos los ojos fijos en la Cámara, es bueno recordar que Evangelina alguna vez escuchó a un diputado decir con todo cinismo: “Yo a lo que vengo es a levantar la mano y a cobrar”.
La salud de sus ideas la vuelven una defensora de las mujeres y la fundadora de una guardería para los hijos de las costureras. “En la Biblia se dice específicamente que el padre es el responsable de la educación de los hijos y el que debe vigilarlos, pues a mí que me demuestren qué papá está cerca de sus hijos para vigilar su educación, allí sí, para eso los hombres son menos, se lavan las manos y esa responsabilidad recae en las mujeres. Sin embargo para ellos hay cantinas, billares, cine, teatro, pero para la mujer no, porque ella tiene la obligación de quedarse en la casa a atender a los hijos. Para mí ésa es una manera de minimizar a la mujer”.
Evangelina Corona permanece en contacto con la pobreza y no le son ajenos los casos de niñas violadas por el padrastro que la madre solapa (con tal de conservar al hombre) ni los de niños que aguantan a maestros pedófilos, tema candente de nuestro tiempo.
Hoy trabaja en la Secretaría del Medio Ambiente del Distrito Federal y habla con mucha sinceridad de sus limitaciones; el respeto con que trata a los quejosos hace que todos la busquen.
De que Evangelina Corona tiene el corazón bien cosido no me queda la menor duda, bien cosido en la caja del pecho, bien cosido a los ojos, bien cosido a las manos porque nos lo ofrece ahora en uno de los relatos más auténticos, límpidos y lozanos que hemos podido apurar en los tiempos recientes.

martes, 8 de junio de 2010

Los hombres de la Iglesia y la violencia contra las mujeres, Juan José Tamayo Acosta

El Correo de Vizcaya, 3 de marzo de 2010
Juan José Tamayo es autor de La teología de la liberación en el nuevo escenario político y religioso (Valencia, Tirant lo Blanc, 2009) y director de la Cátedra de Teología y Ciencias de las Religiones de la Universidad Carlos III de Madrid, España.
Cada vez resulta más frecuente ver a hombres de Iglesia -obispos, sacerdotes, religiosos, dirigentes de movimientos eclesiales, etcétera- participando en manifestaciones contra la interrupción voluntaria del embarazo, el matrimonio homosexual o el divorcio y a favor de la escuela católica, de la enseñanza de la religión en la escuela o la financiación pública de la Iglesia católica. Más infrecuente es oírles criticar la violencia de género o participar en manifestaciones contra ella. Más bien, todo lo contrario. Critican la teoría de género y la responsabilizan de fomentar la violencia contra las mujeres.
Creo que los hombres de Iglesia tienen una responsabilidad no pequeña en dicha violencia, al menos como legitimadores, cuando no como generadores de la misma. Especialmente reveladora a este respecto me ha resultado la novela de Jostein Gaarder, Vita brevis. La carta de Floria Emilia a Aurelio Agustín (Madrid, Siruela, 1997), que he vuelto a leer estos días. Recuerdo a grandes rasgos el argumento. Un sacerdote de Cartago da a leer a Floria Emilia las Confesiones, de Agustín de Hipona. Esta mujer había convivido con él doce años y juntos tuvieron un hijo de nombre Adeodato, “nacido de mi carne y fruto de mi pecado”, según las Confesiones, IX, 6. Tras leer el libro, Floria Emilia le escribe a Agustín una carta muy sincera en la que le recuerda las experiencias amorosas vividas en común, algunas de ellas verdaderamente terroríficas, y la ruptura de esa relación por decisión del propio Agustín, que opta por la continencia bajo la presión de su madre.
Floria Emilia no reprocha a Agustín que la abandonara y la alejara de su lado, sino las razones del abandono. Agustín la rechaza no porque no la quisiera, sino porque empezaba a sentir desprecio por el amor carnal entre hombre y mujer -y ello en nombre de Dios- y porque quería concentrarse en la salvación de su alma como tarea prioritaria, para la que los placeres de los sentidos constituían un obstáculo insalvable. Pasado un tiempo, vuelven a encontrarse. Floria narra la agresión de la que fue objeto por Agustín en ese encuentro amoroso: “Una tarde, cuando habíamos compartido de nuevo los regalos de Venus, te volviste de pronto airado hacia mí y me golpeaste. ¿Recuerdas que me golpeaste? ¡Tú, precisamente tú, que antaño fuiste un respetable profesor de Retórica, me pegaste brutalmente porque te habías dejado tentar por mi ternura! Sobre mí recayó la culpa de tu deseo... Obispo, pegaste y gritaste porque me había convertido de nuevo en una amenaza para la salvación de tu alma. Cogiste una vara y me golpeaste de nuevo. Pensé que querías acabar con mi vida porque eso hubiera sido para mí lo mismo que castrarte. Pero yo no temía por mi vida, sólo estaba destrozada, tan decepcionada y avergonzada de ti que recuerdo claramente que deseé que me mataras de una vez”.
Tras relatar la agresión con pelos y señales, Floria comenta que no fue a ella a quien golpeó Agustín, sino a Eva, a la mujer, y le recuerda, citando a Publio Sirio, que quien se comporta injustamente con una persona, amenaza a muchas personas. Al final de la carta le confiesa al obispo de Hipona con justificado dramatismo: «Siento escalofríos porque temo que lleguen tiempos en los que las mujeres sean asesinadas por hombres de la Iglesia de Roma». Y plantea una pregunta escalofriante: «Pero, ¿por qué se las habría de matar, honorable obispo? Porque os recuerdan que habéis renegado de vuestra propia alma y atributos, pensáis. ¿Y en favor de quién? En favor de un Dios, decís, en favor de Él que ha creado el firmamento que os cubre y la tierra sobre la que viven las mujeres que os dan a luz». La antigua compañera de Agustín dice a los hombres de Iglesia que, si Dios existe, los juzgará por los placeres a los que han dado la espalda y por negar el amor entre hombre y mujer. La carta termina comunicando Floria Emilia al obispo que si fue él quien se ocupó de hacerle llegar sus Confesiones para que se bautizara, no le va a dar esa satisfacción: “No recibiré el bautismo, honorable obispo”.
El temor de Floria Emilia se ha hecho realidad muchas veces en la historia del cristianismo y sigue haciéndose todavía hoy a través de múltiples, y cada vez más refinadas, formas de violencia física o simbólica contra las mujeres, como la exclusión de los espacios de lo sagrado o las penas por el ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos. Pero nadie se hace responsable de ellas, ni pide perdón. Todo lo contrario, se culpabiliza a las mujeres. Y, sin embargo, no pocas mujeres siguen todavía las orientaciones morales de los hombres de Iglesia. ¡Qué contradicción! Menos mal que cada vez es mayor el número de mujeres cristianas que se consideran sujetos morales y osan liberarse de la dictadura patriarrcal de confesores y directores espirituales.

“Moviendo la cerca”: En celebración de la ordenación de Rosa Blanca González al Ministerio de la Palabra y los Sacramentos

Laura Taylor-Palomino
Abril de 2007
De veras, es un honor para mí poder estar aquí; de hecho, es un momento histórico y emocionante. Aquí en la PC(USA) puede ser fácil dar por sentado la realidad de la ordenación de las mujeres como diaconisas, ancianas y pastoras, pero, todavía, en muchas comunidades cristianas no es así. Rosa y su esposo, Alfredo, mi esposo y yo somos muy conscientes de las luchas y los debates que suceden en las iglesias presbiterianas en México respecto al papel y el ministerio de la mujer en la iglesia. Pero no piensen que estamos hablando nada más de un problema “mexicano,” o de un problema hispano del machismo. En los años de los 80 yo y algunas colegas femeninas fuimos las primeras mujeres que predicaron en algunos púlpitos en el Presbiterio de Filadelfia, y, yo recuerdo que había todavía algunas congregaciones anglo-sajonas/ blancas en el Presbiterio de Filadelfia que seguían resistiéndose a la ordenación de mujeres como ancianas. Apenas en el año 2004 yo prediqué en una iglesia de la PCUSA –aquí en los Estados Unidos– que todavía no tiene ancianas gobernantes, nunca había tenido una pastora, ni había celebrado los sacramentos ministrados por una pastora allí. Pero, en lugar de estar molesta, me reí por dentro cuando tuvieron que recurrir a una mujer porque simplemente no pudieron encontrar un varón que aceptara el trabajo. Luego, se quedaron gratamente sorprendidos de que no se hubiera caído el techo, o, aún más asombroso, ¡esa “mujer predicadora” realmente podía hacer un buen trabajo! Entonces, me digo a mí misma, “Un paso pequeño para una mujer, un salto grande para el mundo femenino!” ¿Peleaba yo con esas congregaciones? No – las traté con respeto y gracia, les servía con toda la capacidad que yo tenía; me aceptaron, me dijeron “Gracias,” y, me comentaron: “Para ser mujer, no lo hiciste mal!”.
Tengo una colección pequeña de historias favoritas, y quiero compartir una con ustedes hoy. En 1924, una enfermera inglesa llamada Gertrude Powicke murió de tifo en un pueblito en las afueras de Cracovia, en Polonia. Había vivido en el pueblo por muchos años trabajando como enfermera misionera. Ella era el único personal médico en todo el pueblo, y había cuidado a las personas del pueblo con mucho cariño y compasión. Cuando murió, todo el pueblo lamentó su muerte, y, como ella no tenía una familia propia, los aldeanos querían enterrarla en el cementerio del pueblo. Pero hacer eso representó un problema. El cementerio del pueblo era de la iglesia católica romana, y Gertrude Powicke era cuáquera (de la Sociedad de los Amigos, Quakers). El sacerdote recordaba a los residentes del pueblo que una persona no católica no se podía enterrar en un cementerio católico –estaba prohibido por la ley de la iglesia. Lo mejor que la gente pudo arreglar fue que la tumba fuese cavada en la orilla del cementerio, justamente por afuera de la cerca. No era lo que quería la gente del pueblo, pero era lo mejor que podían esperar. Supuestamente.
La mañana después del funeral y el entierro, la gente del pueblo se despertó con la noticia de que alguien había movido la cerca del cementerio. Durante la noche, una persona arrancó la cerca y la cambió, para que el sepulcro de la misionera estuviera incluido dentro de los límites de la tierra consagrada del cementerio.
Por ser cuáquera, Gertrude Powicke no podía ser enterrada dentro de la cerca del cementerio de la iglesia del pueblo. Entonces, la solución era hacer más grande la cerca, para incluirla.
No es siempre fácil reconocer cómo nuestras cercas sirven para excluir a la gente. Sin embargo, yo creo que siempre es una bendición encontrar maneras para “mover la cerca” e incluir a las personas que de otra manera hubieran sido dejadas afuera.
Cuando mi esposo y yo todavía vivíamos en la Ciudad de México en los años tardíos de mil novecientos noventa, y estábamos orando por la guía de Dios respecto a algunas oportunidades en el ministerio aquí en los Estados Unidos, tuvimos la oportunidad de platicar y entrevistar a varias personas de iglesias y presbiterios aquí en el país. Yo recuerdo una entrevista en particular con alguien que tenía interés de hablar con nosotros, porque más y más personas hispanas estaban cambiándose para esa región. Pero, en el transcurso de la entrevista, nos dijo que en realidad no había dinero para comenzar un nuevo trabajo hispano, y no había una iglesia hispana en el presbiterio que necesitara un pastor. Pero, por otro lado, sí habían algunas iglesias de blancos/anglos de habla inglesa que tal vez a mí me interesaría considerar. Yo estaba mortificada.
Mi esposo tiene muchos más años de experiencia como pastor que yo, y él había sido un líder en los presbiterios y en la Asamblea General de la iglesia presbiteriana de México. Fue profesor en dos seminarios por muchos años, decano académico, y presidente de dos seminarios. Tiene una Maestría en Teología y un Doctorado en Teología, los dos con honores del Seminario de Princeton. Su inglés es excelente. Y él es mexicano. Estaba yo avergonzada y enojada porque nunca se le ocurrió a ese líder del presbiterio que nos estaba entrevistando, que un pastor muy bien calificado, y mexicano, se podría considerar para ser pastor de una congregación que no es hispana. Desde luego, el Señor nos ha abierto muchas puertas a mi esposo y a mí. Y, yo entiendo que ese presbiterio donde mi esposo y yo nos entrevistamos ahora ya ha podido desarrollar un ministerio hispano con apoyo financiero que ellos nunca se imaginaban hace 8 o 9 años. Las cercas se han movido y se ha ampliado el espacio. Ese presbiterio ha crecido en su entendimiento del ministerio en los últimos años, así como mi esposo y yo. La iglesia cristiana primitiva luchaba sobre diferencias que sutilmente afectaban la comunidad cristiana, como resultado de la evangelización y las respuestas de la gente. El Espíritu Santo sorprendió a todo el mundo en Pentecostés cuando rompió las barreras de los idiomas por medio de dar a los apóstoles el don de lenguas. Asimismo, nosotros, también, hoy necesitamos hablar y comunicar en los idiomas entendidos por aquellas personas que nos rodean – sea el español, tagalog, polaco, o, entender la vida y la música de nuestros jóvenes y jovencitas.
La iglesia de Jerusalén no sabía qué hacer cuando el Espíritu Santo movió la cerca para incluir gentiles en el cuerpo de Cristo. Los judíos cristianos tenían la misma actitud por la pureza y santidad de su iglesia, que la que tenían los líderes de la iglesia romana en Cracovia por la santidad de sus ritos y cementerio, y los dos grupos entendían sus actitudes como muestra de respeto para con Dios y sus reglas. Así se hacen las cosas de Dios, pensaban ellos – y con sinceridad. Pero Dios tenía – y tiene – otras ideas de lo que es correcto. Bernabé y Saúl ministraban en Antioquía, la primera iglesia de gentiles y el primer lugar donde a los seguidores de Cristo se les llamó “cristianos/as”. En la iglesia había más que simples gentiles – había gentiles como Simeón llamado el Negro – probablemente de Africa y morenito; además Lucio de Cirene, también del norte de Africa. Estaba Manaén, que se había criado con Herodes el tetrarca. Imagínense, tener alguien educado en la casa de Herodes, una familia tan perversa y violenta. ¡No estamos hablando de la élite de la sociedad griega!
Nosotros somos descendientes de la iglesia de Antioquía –somos nosotros también gentiles. La iglesia de Antioquía estaba integrada por personas de diferentes razas y culturas– y la iglesia de Antioquia duró más años que la iglesia de Jerusalén que se preocupaba hacer todo por “lo correcto.” Dicen los datos del Censo del año 2005 para el condado de Forsyth en Carolina del Norte, que más de 10% de los 315, 856 residentes que reconocen al condado Forsyth como su hogar, hablan un idioma diferente del inglés en sus casas. De ese grupo de más de diez por ciento, la mayoría habla español; pero, otras familias hablan idiomas de Asia y del Pacífico Sur o idiomas indoeuropeos.
Casi diez por ciento de la población del Condado Forsyth son hispanos/as. Más de veinticinco por ciento son afroamericanos, y más de seis punto cinco por ciento son indígenas americanos, asiáticos y del Pacifico Sur, u otros grupos nacionales y culturales. 12.3% de los residentes de este condado nacieron en otro país y vinieron acá como inmigrantes. La mayoría son de América Latina, pero se incluye gente de otros países, también. Como la iglesia de Jerusalén en Pentecostés, el mundo esta reuniéndose alrededor de nosotros, trayéndonos sus idiomas, comidas, tradiciones, sabiduría, cosmovisión, perspectivas y experiencias. No vean los dones de Rosa de una manera limitada. Es cierto, por ser bilingüe y mexicana, ella les trae dones únicos que el Presbiterio de Salem necesita para ministrar cruzando culturas para compartir las buenas nuevas del amor y la gracia de Dios con personas de habla hispana. Pero, además, Rosa trae dones, sabiduría, y perspectivas únicas que Uds. – como individuos, congregaciones, presbiterio y sínodo – necesitan, por el bien propio de Uds. mismos. Como mujer y mexicana, y como una hermana en Cristo, Rosa les trae perspectivas, experiencias y sabiduría que las personas varones, no-hispanas, de habla inglesa, y de origen de los Estados Unidos necesitan. Tengan cuidado de no meter a Rosa, Alfredo, o cualquier otro/a cristiano/a en un molde estrecho y limitado porque hablan idiomas más que el inglés y/o pueden cruzar líneas culturales de manera diferente que nosotros.
Tener iglesias y miembros/as de su presbiterio que son hispanas, afroamericanas, asiáticas, u otros trasfondos culturales diferentes de lo euro-blanco es tener recursos que en la iglesia presbiteriana (PCUSA), muy blanca, desesperadamente necesitamos. Soy pastora de una iglesia multicultural en Illinois, en la que más de una tercera parte de la membresía son personas inmigrantes y/o de una cultura o raza no eurocaucásica. Tenemos miembros de África, Asia, América Latina y Europa. Celebramos esa diversidad, y, a la vez, constantemente tenemos que estar conscientes de ser deliberados en apreciar y buscar las diferencias que traemos a la mesa. Políticamente, cubrimos todo el rango desde conservadores/as hasta liberales, y, teológicamente somos variados también.
Cada año cuando buscamos en oración personas para servir en una nueva clase de oficiales, procuramos tener diversidad de culturas y perspectivas entre las/os ancianas/os y diaconos/isas. ¿Experimentamos malentendidos? Por supuesto que sí, en ocasiones. ¿A cada persona le gusta la comida o estilo de música de todos demás? No siempre, pero es importante apreciar el valor y la validez de algo que nos parece “extraño.” Además, rentamos espacio a una congregación hispana, que agrega otra dinámica multicultural a los entendidos y malentendidos. Por ejemplo, es más común para una congregación hispana ser más espontánea en su planeación que muchas congregaciones de habla inglesa y anglosajonas, quienes planeamos muchas actividades con meses de anticipación y necesitamos varias reuniones de comité para tomar una decisión. Aun después de compartir el edificio por veinte años, todavía las dos congregaciones estamos tratando de manejar diferencias de cultura en nuestros ministerios. Lo que parece simplemente “planear con anticipación” para la congregación de habla inglesa, a veces parece burocrático y muy controlador desde la perspectiva de la congregación hispana. Y, lo que puede parecer como una “desorganización” desde la perspectiva de habla inglesa, es simplemente ser flexible y espontáneo desde la perspectiva latina. Gracias a Dios, la congregación hispana está creciendo; tienen muchas personas nuevas, y entonces tienen más ministerios y actividades.
Sus necesidades para usar el templo están cambiando. Y, descubrimos que es una línea fina para que las dos congregaciones usemos el templo sin chocar unos con otros estando en el mismo espacio a la misma vez, y, evitar los extremos del “control excesivo” por un lado y sufrir “la falta de comunicación sobre quién usa cuál salón cuándo” por el otro lado. Hay un chiste antiguo: “¿Sabes por qué los cementerios siempre son rodeados por cercas? Es porque todo el mundo está muriéndose por entrar!” Todo el mundo está muriéndose por entrar al Reino de Dios. Claro, reconozco que mi metáfora tiene sus límites, ¡yo no estoy diciendo que el Reino de Dios es un cementerio! Pero, es cierto, tenemos que hacer más grande el círculo. Tenemos que abrir la cerca para incluir un mundo que está muriéndose. Claro, me encantaría que la Iglesia Presbiteriana de México engrandeciera su círculo para incluir a las mujeres en la ordenación como ancianas, diaconisas y pastoras. Pero, tenemos nuestras propias cercas y círculos aquí en los EEUU.
Hoy, el Presbiterio de Salem está “moviendo la cerca.” Uds. han abierto su círculo para incluir a Rosa como pastora ordenada al Ministerio de la Palabra y el Sacramento y para incluirla como miembra del Presbiterio de Salem. Acuérdense de integrarla completamente en su círculo, y estén preparados para cambiar y aprender de Rosa. Acuérdense que los dones y sabiduría y experiencia de Rosa son para el bien de toda la iglesia, no solamente para aquellas personas que hablan español. El profeta Joel anticipaba que el Espíritu Santo iba a abrir y mover la cerca. Lo hizo en Pentecostés, y sigue haciéndolo hoy en día: “Derramaré mi Espíritu sobre todo el género humano. Los hijos y las hijas de ustedes profetizarán, tendrán sueños los ancianos y visiones los jóvenes. En esos días derramaré mi Espíritu aún sobre los siervos y las siervas.” Amén.

“Una confirmación del llamamiento de Dios": Eva Domínguez Sosa, recientemente ordenada por la Iglesia Evangélica Española (Entrevista)

4 de marzo de 2010
L. Cervantes-O.
El pasado sábado 27 de febrero fue ordenada en Granada al pastorado Eva Domínguez Sosa, todo un acontecimiento para la iglesia presbiteriana en México, pues ella es graduada del Seminario Teológico Presbiteriano de la capital. Desde Jerusalén, adonde se encuentra de visita en estos días, accedió a responder este cuestionario.
Eva, sabemos que procedes de una región de México (Tabasco, sureste) con fuerte presencia protestante (y presbiteriana en particular).
¿Qué consideras que signifique para la iglesia del sureste mexicano tu ordenación al ministerio pastoral, sobre todo si sucede en el extranjero? Me parece que algunos que conocen mi trayectoria se congratulan conmigo ―me lo han hecho saber― pues lo consideran un logro, pero más que representar un cambio estructural, este logro se reduce al nivel personal. Soy un caso singular dicen, pues nuestra Constitución señala otra cosa: en todo caso soy una teóloga liberal (y no presbiteriana). Ojalá me equivoque y diga algo más. La iglesia de base, muchas mujeres ―sobre todo―, desde hace varios años también me han animado a seguir adelante. Ahora creo ―con sus pro y sus contras―- que ha sido una gracia de Dios venir de este contexto, pues me capacita en carisma para el trabajo pastoral; pues mas allá de fundamentalismos, pietismos, etc. existe un intento y espontaneidad de vivencia plena del evangelio, donde las bases de ese compartir la Palabra esta en las relaciones interpersonales, ya sean colectivos de jóvenes, mujeres, matrimonios, etcétera. Así como el sentido de compromiso y entrega por el evangelio.
Hoy a mí también me gustaría saber qué piensan los líderes tabasqueños al respecto; pues la Iglesia en general creo que no tendría mayor problema de reconocimiento y aceptación de los llamados divinos.
Y en relación con las mujeres de la INPM que estudian y estudiarán teología sin tener derecho aún a la ordenación, ¿crees que tu caso las estimulará para no perder la fe en futuros cambios en ese sentido?
Supongo que sí; varias jóvenes mexicanas, me han externado su interés de estudiar teología con el objetivo de servir en el pastorado, pero me han dicho: si no hay reconocimiento y ordenación entonces lo seguiré pensando, o buscare otra profesión. Aunque el llamado ―al que es ineludible no responder afirmativamente― y la esperanza, más allá de las estructuras eclesiásticas, vienen de Dios, sabiendo que Él hará; como ya lo estamos presenciando en los recientes acuerdos de los presbiterios Juan Calvino y Estado de México al respecto.
Sobre tu vocación al ministerio pastoral, ¿qué influencias puedes recordar que te llevaron hacia ella?
En primera instancia fue mi padre (Anciano de Iglesia desde hace como 30 años) debido a su amor y vivencia del Evangelio. La Iglesia a la que asistí en mi niñez y hasta la adolescencia, pues era mi segunda familia. Las “meditaciones” que hice de cinco minutos en el grupo de adolescentes, dar clases a los niños a los 12 años, tener una tía misionera. Y el amor a Dios y entrega que experimenté y en la subjetividad desde niña. Yo decidí servirle y me atreví a hacerlo (como a los 12 años), a sabiendas de que era una decisión de vida y un compromiso serio, a las vez que un privilegio; ignorando que por ser mujer, encontraría resistencia y recelo por parte de los varones y de muchas mujeres en la Iglesia.
Acerca de tu formación teológica, ¿qué etapas identificarías en el desarrollo de tu mentalidad más abierta con respecto a ella?
Desde estudiante en la Escuela Bíblica Central, conocer la vivencia de situaciones de injusticia por ser mujer, y ser misionera; es decir la misma realidad de servicio eclesiástico, haber sido profesora de tiempo completo en la Escuela Bíblica “Dorcas” de Tabasco, y ver que ni siquiera tenía derecho a un salario digno, etcétera. Esto último no lo entendía, por qué la Iglesia o los líderes te llevan o violentan cuando Dios dice que padeceremos, pero que este padecimiento vendrá de los que no temen a Dios, no de los que se supone están contigo a favor del Evangelio, a favor del Reino de Dios. ¿O es que acaso estamos sirviendo en una Iglesia ―la cúpula― corrompida y extasiada por la ambición de poder en todos los sentidos, sin importarle realmente la causa de Cristo? Leer textos de teólogos latinoamericanos e identificarme con las situaciones de injusticia y violencia en todos los ámbitos con los pobres y violentados de nuestra América Latina; asistir a conferencias en el Seminario Teológico Presbiteriano (STPM), en la Comunidad Teológica, asistir, por ejemplo, a una reunion de la Asociación Latinoamericana de Instituciones de Educación Teológica (ALIET), siendo estudiante ya del seminario y conocer a Irene Foulkes y a mujeres católicas en militancia y con reconocimiento pleno a su labor. El testimonio y vida de los pocos profesores del seminario concientizados y en lucha a favor de una justicia de género. Colaborar con el Consejo Latinoamericano de Iglesias (capítulo México) también.
¿Qué pensadoras o teólogas te han acompañado durante todos estos años?
Por mencionar algunas, quizá las más trascedentes son las poetas: Sor Juana Inés de la Cruz y la chilena Gabriela Mistral por sus vidas y obras. Las filósofas Simone de Beauvoir y su libro El segundo sexo, y Marcela Lagarde. Las teólogas y biblistas Elsa Tamez, Irene Foulkes, Elisabeth Schüssler Fiorenza, Letty Russell. La cantora Mercedes Sosa. Las más cercanas, Laura Taylor y Regina Musselman. No simpatizo con el radicalismo feminista, sino como dijo en una ocasión Rigoberta Menchú, “mi lucha es al lado, codo a codo con los varones”, no queremos sobrepasarlos. Yo añado, como otros/as ya lo han dicho: yo quiero aportar lo que por siglos o milenios la humanidad se ha perdido, la riqueza de la otra parte, las mujeres. Pues qué diferente se está tornando el mundo ―incluida la Iglesia―, con la participación de las mujeres. Lo que percibo por otra parte es que las mujeres ―me incluyo― concienciadas y en proceso de ser concientizadas por formas más plenas de vida, estamos como enganchadas o unidas en un mismo barco, seamos del país y contexto social, económico y cultural que vengamos; ahora mi experiencia desde este lado del mundo es ésa, las mujeres hemos aguantado por siglos y seguimos resistiendo y gloria a Dios por aquellas que se han hecho oír desde los distintos estrados a donde han llegado y no gratuitamente, como Sor Juana Inés, Simone de Beauvoir o como Ofelia Ortega (cubana), etcétera. Pero al mismo tiempo unas y otras nos ayudamos en el proceso de levantarnos y estar en pie, y permitimos que las nuevas generaciones ya no nazcan doblegadas o en situaciones de desventaja, en la medida de lo posible, pues lo político y demás estructuras también condicionan nuestro mundo. Hace dos días he conocido la realidad de las mujeres palestinas ―no israelíes―, cristianas y musulmanas, especialmente en Belén, y no difiere mucho de la nuestra latinoamericana, sólo que en un contexto de guerra se hace aún más violenta y desesperanzadora para un futuro más justo. La intervención de Noemí Pagán (puertorriqueña) en este sitio, no sólo con las mujeres y familias cristianas sino aun con las musulmanas, me incentiva y me llena de esperanza y al mismo tiempo, me lleva a afirmar lo anterior. Dios está trabajando y su espíritu en todo el mundo con su Iglesia, y a pesar de ella, a favor de la plenitud del Ser humano, aunque también avanza y casi con ventaja lo negativo, lo que aliena y desfigura lo verdadero y lo pleno. ¿Imaginaste cuándo y cómo llegaría este momento? No imaginé cuándo ni cómo, aunque a menudo pedía justicia a Dios en este sentido. Lo soñaba, sí, era una utopía para mí, ser pastora ordenada, pues de alguna manera intuía que llegaría, pero no pensé que sería en España. Tenía la esperanza de llegar a serlo desde mi país, ya que desde hace más de 15 años un pastor estadunidense me propuso ir a su país a trabajar y entonces sería una pastora ordenada, pero yo le dije que no, que yo quería lograrlo en la iglesia presbiteriana mexicana. Tenía esperanza especialmente cuando junto con los pastores Rubén Montelongo, Víctor Hernández e Israel (mi esposo), hicimos por lo menos durante todo un año, estudios, debates, mesas redondas, predicaciones, etcétera, en el Presbiterio de la Ciudad de Mexico. Al igual que el Congreso que se organizó en el STPM (1996), etcétera. Pero no sucedió así. Bueno, aquí se ha visto la necesidad de ordenarme porque a nivel presbiterial hacen faltan pastores y yo tengo formación y experiencia. Estoy contenta por ello, pero creo que el sueño sigue estando en que este paso se dé adentro de nuestra iglesia presbiteriana mexicana, pues así será un testimonio “hacia afuera”, para la gloria de Dios.
¿Qué significa para ti que haya tenido que suceder en la Iglesia Evangélica Española la cual tendrá contigo tres pastores/as de origen mexicano?
Significa la afirmación de parte de Dios a un llamado que Él me hizo y si ha sido en la Iglesia Evangélica Española se ha debido, en principio, a un llamado para la asignación de una Iglesia a Israel, y lo mío se ha dado por apoyo a ese trabajo (lo mismo que he hecho durante los últimos 13 años) y también por apoyar a nivel presbiterial con otros ministerios y a otra iglesia. De todas maneras, sí, en España existen mejores condiciones para vivir la igualdad de género, no sólo a nivel eclesial ―reformado y evangélico solamente, no católico― sino también en lo social, laboral, familiar, etcétera; no considero azarosa mi venida, sino que la fuerza del Espíritu dispuso y acomodó las piezas del rompecabezas, de tal manera que yo ahora estoy viviendo y experimentando la justicia del Reino de Dios. Personalmente pienso que en España y Europa ahora mismo el ala protestante necesita del trabajo de nosotros como latinoamericanos para aportar entusiasmo, carisma y experiencias de fe, para este mundo cada vez más “secularizado” y desilusionado de la Iglesia como institución y por lo tanto insensibilizado con respecto a Dios, pero no por ello menos necesitado de su gracia.
¿Piensas que emigrarían más colegas tuyas con el propósito de ordenarse?
Tal vez sí, y no sólo por mí, sino también por la experiencia de Rosi, a ella también le han dado oportunidad y reconocimiento en otro país, no en el nuestro. Aunque por el paso de fe que han dado recientemente dos presbiterios en México, como sabemos, me parece que ya no será necesario. Esperamos que sea pronto una concreción no sólo para Amparo Lerín como puntera en este momento, sino para muchas que están silenciadas y las que vendrán, me parece, con el camino ya hecho, pero no por ello más fácil, pues lo difícil no es llegar sino mantenerse en el servicio.
¿Qué opinas de que se haya pospuesto oficial e indefinidamente el debate sobre la ordenación en la Iglesia Nacional Presbiteriana de México hace unos años? ¿Será que las posturas tradicionales están dominadas por el miedo a que las mujeres se “adueñen” de la iglesia?
Un retroceso en la vivencia de justicia del Reino y una vergüenza para mí por tener que externar públicamente, desde otro país, que en México la iglesia presbiteriana no ordena mujeres, ni siquiera para ministerios locales, los cuales se perciben en función del poder, como si en el Reino de Dios también tuviéramos estructuras y niveles jerárquicos, pues se perciben en rasgos de menor a mayor los ministerios de representación democrática para el mejor funcionamiento de las comunidades: menor nivel el diaconado, segundo el ancianato, y tercero el pastoral. Dicho sea de paso, por eso algunos pastores se creen semidioses para hacer y deshacer desde lo institucional y aun comunitario, lo que más conviene a sus intereses, desde su óptica permeada más por una cultura misógina y no por los valores y el Evangelio que Jesús el Nazareno nos trajo y enseñó con palabra y acción. Con su praxis es que yo, por ejemplo, me he fortalecido en todo estos años. Por ahí circula una frase: “Si mi mujer ya manda en casa, cómo voy a permitir que mande también en la Iglesia?”. Puede ser que haya un temor de invasión de territorio y de hecho lo hay; pues el espacio eclesiástico (a nivel liderazgo) ha pertenecido por siglos a los varones únicamente; pero esto no es así. Me parece que los varones tienen que empezar a entender que la democracia que proclamamos como iglesia reformada se ha de concretar en la praxis cotidiana, no sólo leerla o enseñarla desde los escritos reformados. Nuestro sistema eclesiástico no es piramidal ―por eso vino la Reforma―. Los llamados “espacios de poder”, ya lo dijo Jesús, no son para enseñorearse, para sumisión, sino una gran oportunidad de servicio. Él nos recordó que no vino para ser servido sino para servir y para dar su vida por nosotros.
Luego de tu ordenación en Granada, ¿seguirás colaborando con tu esposo Israel en la misma iglesia o existen posibilidades de pastorear otra comunidad?
Sí, seguiré colaborando en la misma y su mision en Almunécar, por lo pronto, pues ahora mismo soy responsable de varios ministerios como el de educación cristiana (niños, profesión de fe, jóvenes-adolescentes) en Granada y Almunécar, y además de la predicación de vez en cuando. Aunque no descarto ―ni el presbiterio― la posibilidad de desarrollar la tarea pastoral en otra iglesia, ya que de hecho también colaboro esporádicamente con una en Cádiz (San Fernando), a cuatro y media horas de Granada.
¿Qué piensan tus hijos, Milca e Isaí, y particularmente ella, acerca de que lo sucedido el sábado pasado? ¿Has hablado con ellos al respecto?
Isaí y Milca están contentos, y creo que lo ven como un paso obvio, pues han vivido conmigo experiencias por ser hijos de una mujer que sin tener reconocimiento ha realizado tareas pastorales, e incluso ya les había comentado que aquí me ordenarían porque en nuestra iglesia mexicana no reconocen a las mujeres la vocación pastoral, cuestión que les causaba desconcierto. Isaí, a sus ocho años, y aun antes, me cuestionaba: “Mamá, si tú estudiaste para pastora, ¿por qué no tienes una iglesia como mi papá y por qué no te pagan? ¿Por eso estudias otra carrera en la universidad?”. Milca viene creciendo con equidad desde casa por la formación que les damos Israel y yo a ambos, y en ese sentido nos alegramos de estar un poco o bastante distantes de patrones culturales que puedan imponerse, incluso desde la familia extendida, yaunque acá también o todavía hay machismo en todas las capas y estructurales sociales; en ese sentidonos alegra que sea así como están creciendo.
Finalmente: eres la segunda mujer egresada del STPM en ser ordenada fuera de México. (La primera fue Rosa Blanca González en EU.) ¿Qué mensaje le enviarías a tus hermanas y colegas presbiterianas y de otras iglesias?
Recorrer un camino de fe, donde se transita y se sirve desde la periferia por tanto tiempo no es fácil, pues por otro lado, el hecho de ser esposa de pastor me condicionaba y me ponía ―en los últimos 15 años―, en la disyuntiva de servir o no (por exigencia o por vocación), pero no podía negarme debido al disfrute del servicio, y a la necesidad que siempre hay en todos lados de pastorear, por eso siempre lo he hecho codo con codo al lado de Israel (dos por uno, sin reconocimiento oficial, ni remuneración). También les diría que la vocación para el trabajo pastoral da sentido de lucha y servicio pese a todas las desventajas. Dios, a pesar de todo, pues si Él nos ha llamado, es quien también nos sostiene; no nos deja, y siempre nos dice que está ahí, dando con su gracia todo lo necesario y animándonos. Nos pone en el camino hermanos y hermanas concretos, cercanos, que nos apoyan o alientan, o personas que aun en la distancia cronológica, como la Palabra o los libros nos ilustran y nos permiten caminar en la certeza de estar cumpliendo la voluntad de Dios. Muchos saludos y abrazos sororales a todos y todas las que están en este evento unidos/as en el Espíritu de Dios a favor de levantar la voz en favor de la vivencia en justicia y equidad de género, como fue la proclamación de Jesús y su ejemplo en la praxis. El mañana puede ser mejor y será mejor en Dios, en la unidad y en la lucha genuina de su pueblo, pues Dios siempre nos escucha y desata lo que nosotros/as desatamos aquí y ahora en la concreción de su Reino.

Las mujeres y el sacerdocio universal de los creyentes, Amparo Lerín Cruz

Si Dios dio gracia a algunas buenas mujeres, revelándoles algo santo y bueno a través de su Sagrada Escritura, ¿tienen ellas que, por causa de los difamadores de la verdad, atreverse a no escribirlo, no hablarlo o no declararlo a los demás? ¡Ah! Puede ser demasiado impúdico cubrir el talento que Dios nos ha concedido, nosotras que debemos tener la gracia de perseverar hasta el fin. ¡Amén!1
MARIE DENTIÈRE
I. SOLA FE, SOLA GRACIA, SOLA ESCRITURA, ¿SÓLO VARONES?2
Para Martín Lutero la estructura eclesiástica era posible de reformar y debería estar orientada al servicio. ¿Cuál es la relación entre esta comprensión y el Sacerdocio Universal de los Creyentes? La estructura jerárquica de la iglesia no debe estar integrada solamente por hombres. La Reforma Protestante del siglo XVI fue muy revolucionaria en su época, porque apuntaba a crear cambios en la estructura misma de la Institución. ¿Podemos nosotros hombres y mujeres miembros de la Iglesia Nacional Presbiteriana de México3 crear cambios en la estructura de nuestra Iglesia?
El sacerdocio universal de los creyentes es una relectura que hace Martín Lutero de la teología paulina. Todos tenemos la condición de pecadores hombres y mujeres, y si Jesús nos rescata del pecado a todos y todas por igual, por lo tanto no hay justificación para considerar a unos puros y a otras pecadoras. Es decir ni los hombres son totalmente puros, ni las mujeres somos totalmente pecadoras. Todas y todos somos justos y pecadores al mismo tiempo, dignos y dignas del sacerdocio.
Bajo la luz del sacerdocio universal del los creyentes deberíamos plantearnos la necesidad de revisar nuestro modelo de iglesia presbiteriana en México. Lutero afirma en El manifiesto a la nobleza cristiana de la nación alemana que todo cristiano es sacerdote, también afirma que las Escrituras son inteligibles para los creyentes, defiende el libre examen personal y el derecho de todo fiel cristiano de apelar al concilio. Este es el planteamiento del desarrollo de la doctrina del Sacerdocio Universal de los Creyentes. La capacidad transformadora del Sacerdocio Universal de los Creyentes es capaz de promover innovaciones y renovaciones en nuestra INPM.
El sacerdocio universal de los creyentes se diferencia del sacerdocio ministerial únicamente en que en el primero todos los hombres y mujeres somos sacerdotes por medio del bautismo. Lutero decía que el bautismo es el que nos capacita para participar del sacerdocio de Cristo. En el bautismo todos somos llamados a servir, sin distinción.4 El sacerdocio universal de los creyentes es uno de los principios motores de la Reforma Protestante. Reconoce en el seno de la iglesia la igualdad de todos los bautizados, pastores y laicos. El pastor o pastora protestante no es superior a ningún creyente, sólo tiene una función específica, que es de servicio a la comunidad.
Cuando somos recibidos por el sacramento del bautismo, hombres y mujeres gozan de todos los derechos, privilegios y responsabilidades de la comunión de los santos. De este principio reformador, se desprende el acceso de la mujer al ministerio ordenado en las iglesias protestantes. Dios nos autoriza por medio del bautismo al sacerdocio común de los fieles. Si Dios nos autoriza para el sacerdocio común y no nos limita para el sacerdocio ministerial, no hay ningún motivo o impedimento justificado que impida que las mujeres sean ordenadas al ministerio pastoral.
Hombres y mujeres somos iguales ante Dios, por lo tanto dentro de la iglesia no deberíamos hacer distinción entre ministerios masculinos y ministerios femeninos, pues simplemente existen ministerios y hombres y mujeres que son llamados por Dios a cumplirlos.
Si nuestra INPM acepta la doctrina del sacerdocio universal de todas y todos los creyentes y la doctrina calvinista de la soberanía de Dios, ¿cómo pueden los hombres de nuestra INPM decirnos a las mujeres, miembros de la misma, miembros del cuerpo de Cristo que no podemos, ni debemos aspirar a los distintos ministerios ordenados? ¿Cómo pueden ellos acallar un llamado que sólo hace Dios a través del Espíritu Santo? ¿Cómo pueden ellos interponerse a la voluntad de Dios sobre sus siervas? Cuando se niega la ordenación a las mujeres no sólo se dejan de lado sus dones, sus perspectivas y se violentan sus derechos humanos. No sólo es cuestión de igualdad de género, también se violenta el ejercicio libre de su ministerio, se violenta la libertad de obedecer a Dios en el llamado que Él nos hace al Santo Ministerio por medio del Espíritu Santo, se deja de lado la soberanía de Dios, y esto ¡es una blasfemia!
II. ECCLESIA REFORMATA ET SEMPER REFORMANDA Definitivamente, el movimiento de la Reforma Protestante fue un movimiento de renovación. Somos una iglesia reformada ¿Qué hace falta reformar en nuestra iglesia? ¿Hasta dónde estamos comprometidas a involucrarnos en esta reforma?
En nuestros días, ¿cómo es Ginebra? ¿Cómo son las iglesias reformadas en el mundo? ¿Cuál es la trascendencia que ha tenido la Reforma sobre la vida de las mujeres? En Ginebra, por ejemplo, se encuentra la pastora y teóloga Isabelle Graesslé, primera mujer moderadora de la Compañía de Pastores y Diáconos de la Iglesia Protestante en Ginebra, puesto que ocupó el reformador Juan Calvino.5 La gran mayoría de iglesias reformadas en el mundo ordenan mujeres al ministerio pastoral, ancianato y diaconado, en Europa, América del Norte, Centro y Sur, el Caribe, Australia, etcétera. ¿Por qué la INPM continúa sin permitir la ordenación de las mujeres?
Hemos celebrado los 500 años del natalicio de Juan Calvino, lo que nos recuerda que somos una iglesia que vive en un proceso continuo de reforma y renovación. Ahora es el momento de recuperar el gran lema de la Reforma, Ecclesia reformata et semper reformanda, y recurrir a él para afrontar los problemas de la vida y el testimonio de la actualidad.
En un inicio, no se proponía crear nuevas iglesias sino renovar la misma, desde dentro. ¿De qué manera somos agentes de la renovación dentro de la INPM? ¿De qué manera promovemos la igualdad de la mujer dentro de nuestra Iglesia?
Los tiempos de la Reforma fueron tumultuosos y se caracterizaron por escabrosos debates y luchas. Generalmente el cambio trae consigo miedo, miedo al mismo cambio, miedo a que la situación sea diferente aun cuando prometa ser mejor. Desde mi muy particular punto de vista cuando se impide a las mujeres llegar a ser ordenadas como ministros de culto es por miedo. Cuando la iglesia decide aferrarse a su situación y no promover un cambio desde la raíz, se vislumbra como un ser atrofiado, tullido y sin vida.
El espíritu de la Reforma nos llama a promover la renovación y la reforma continua en nuestra Iglesia hoy, a mirar a hacia al futuro a responder a los cambios que son urgentes forjar si queremos que nuestra INPM trascienda la agonía. Nos llama a confrontar y desafiar al sector conservador que justifica y sustenta el sistema patriarcal, que durante tantos años ha sostenido las estructuras de nuestra sociedad. Sobre todo porque en casi todas las iglesias protestantes del mundo ha habido una sensibilización en lo que respecta a la situación de las mujeres y han sido pioneras en la reivindicación de la inserción y participación de la mujer en todos los ámbitos que configuran la vida de una sociedad.
¿Qué papel representan las mujeres en las iglesias protestantes hoy día? Sería mentira decir que en todas las iglesias protestantes se ha practicado la igualdad entre hombres y mujeres. En las iglesias protestantes podemos encontrar grupos en los que hay un fuerte compromiso con la causa de las mujeres y éstas tienen pleno acceso a todos los ministerios ordenados y cargos eclesiásticos así también hay grupos que promueven todo lo contrario negando los principios de la reforma.
Hago un llamado a todas mis hermanas a las que tienen el llamado de Dios para servirle en unministerio pastoral, como o a las que desde su lugar quieren trabajar en la obra de Dios para prepararseteológicamente, para seguir estudiando en los distintos seminarios, a no tenerle miedo a la palabra“teología”, teología quiere decir pensar y hablar acerca de Dios a partir de sus propias experiencias y su propia lectura de la Biblia.
Que las mujeres seamos voz y no eco. Que hablemos por nosotras mismas, que hablemos a favor de otras mujeres, a favor de nuestras pastoras, de nuestras misioneras, de nuestras hijas, de nuestras hermanas, de nuestras nueras. Siempre la mujer a favor de la misma mujer.
Muchos hombres y mujeres expusieron su vida por la reforma, por la renovación eclesiástica, sus vidas tuvieron un objetivo común. ¿Hasta dónde podemos como mujeres comprometer nuestras vidas para renovar la I.N.P.M. en cuanto a la igualdad de género? ¿Podremos las mujeres luchar unidas por nuestras hermanas?
Estamos llamados a participar en la obra de Dios de transformar este mundo, y a volvernos fuerzas positivas e influir en nuestras comunidades.
Señor, Dios padre y madre, que la luz de tu presencia anime esta celebración e inspire nuestras vidas.
Por una Iglesia Reformada siempre reformándose.
Notas
1 Alfredo Abad. (II parte), op. cit.
2 Esta frase fue acuñada en un principio por Alfredo Abad Heras como: “Sola fe, sola gracia, sola escritura pero no sólo hombres”, en Cristianismo Protestante, núm. 29, julio-septiembre 2003, www.iee-es.org/cristianismoprotestante/cp29.pdf (12 de agosto de 2009).
3 En adelante me referiré a la Iglesia Nacional Presbiteriana de México solo mencionando sus siglas: INPM.
4 Javier Alanís, “A la nobleza cristiana de la nación alemana acerca del mejoramiento del estado cristiano”, en Giacomo Cassese y Eliseo Pérez Álvarez, eds., Lutero al habla. México, varias editoriales, 2005, p. 87.
5 Alfredo Abad, op. cit.
Bibliografía
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_____, Women of the Reformation in Germany and Italy, Minneapolis, Augsburg, 1975.
Cassese, Giacomo y Eliseo Pérez Álvarez, eds., Lutero al habla. México, varias editoriales, 2005.
Cervantes-Ortiz, Leopoldo, ed., Juan Calvino: su vida y obrCursivaa a 500 años de su nacimiento. Terrasa (España), CLIE, 2009.
Madigan, Kevin y Carolyn Osiek, Mujeres ordenadas en la iglesia primitiva: una historia documentada. Estella (España), Verbo Divino, 2006.