martes, 8 de junio de 2010

“Una confirmación del llamamiento de Dios": Eva Domínguez Sosa, recientemente ordenada por la Iglesia Evangélica Española (Entrevista)

4 de marzo de 2010
L. Cervantes-O.
El pasado sábado 27 de febrero fue ordenada en Granada al pastorado Eva Domínguez Sosa, todo un acontecimiento para la iglesia presbiteriana en México, pues ella es graduada del Seminario Teológico Presbiteriano de la capital. Desde Jerusalén, adonde se encuentra de visita en estos días, accedió a responder este cuestionario.
Eva, sabemos que procedes de una región de México (Tabasco, sureste) con fuerte presencia protestante (y presbiteriana en particular).
¿Qué consideras que signifique para la iglesia del sureste mexicano tu ordenación al ministerio pastoral, sobre todo si sucede en el extranjero? Me parece que algunos que conocen mi trayectoria se congratulan conmigo ―me lo han hecho saber― pues lo consideran un logro, pero más que representar un cambio estructural, este logro se reduce al nivel personal. Soy un caso singular dicen, pues nuestra Constitución señala otra cosa: en todo caso soy una teóloga liberal (y no presbiteriana). Ojalá me equivoque y diga algo más. La iglesia de base, muchas mujeres ―sobre todo―, desde hace varios años también me han animado a seguir adelante. Ahora creo ―con sus pro y sus contras―- que ha sido una gracia de Dios venir de este contexto, pues me capacita en carisma para el trabajo pastoral; pues mas allá de fundamentalismos, pietismos, etc. existe un intento y espontaneidad de vivencia plena del evangelio, donde las bases de ese compartir la Palabra esta en las relaciones interpersonales, ya sean colectivos de jóvenes, mujeres, matrimonios, etcétera. Así como el sentido de compromiso y entrega por el evangelio.
Hoy a mí también me gustaría saber qué piensan los líderes tabasqueños al respecto; pues la Iglesia en general creo que no tendría mayor problema de reconocimiento y aceptación de los llamados divinos.
Y en relación con las mujeres de la INPM que estudian y estudiarán teología sin tener derecho aún a la ordenación, ¿crees que tu caso las estimulará para no perder la fe en futuros cambios en ese sentido?
Supongo que sí; varias jóvenes mexicanas, me han externado su interés de estudiar teología con el objetivo de servir en el pastorado, pero me han dicho: si no hay reconocimiento y ordenación entonces lo seguiré pensando, o buscare otra profesión. Aunque el llamado ―al que es ineludible no responder afirmativamente― y la esperanza, más allá de las estructuras eclesiásticas, vienen de Dios, sabiendo que Él hará; como ya lo estamos presenciando en los recientes acuerdos de los presbiterios Juan Calvino y Estado de México al respecto.
Sobre tu vocación al ministerio pastoral, ¿qué influencias puedes recordar que te llevaron hacia ella?
En primera instancia fue mi padre (Anciano de Iglesia desde hace como 30 años) debido a su amor y vivencia del Evangelio. La Iglesia a la que asistí en mi niñez y hasta la adolescencia, pues era mi segunda familia. Las “meditaciones” que hice de cinco minutos en el grupo de adolescentes, dar clases a los niños a los 12 años, tener una tía misionera. Y el amor a Dios y entrega que experimenté y en la subjetividad desde niña. Yo decidí servirle y me atreví a hacerlo (como a los 12 años), a sabiendas de que era una decisión de vida y un compromiso serio, a las vez que un privilegio; ignorando que por ser mujer, encontraría resistencia y recelo por parte de los varones y de muchas mujeres en la Iglesia.
Acerca de tu formación teológica, ¿qué etapas identificarías en el desarrollo de tu mentalidad más abierta con respecto a ella?
Desde estudiante en la Escuela Bíblica Central, conocer la vivencia de situaciones de injusticia por ser mujer, y ser misionera; es decir la misma realidad de servicio eclesiástico, haber sido profesora de tiempo completo en la Escuela Bíblica “Dorcas” de Tabasco, y ver que ni siquiera tenía derecho a un salario digno, etcétera. Esto último no lo entendía, por qué la Iglesia o los líderes te llevan o violentan cuando Dios dice que padeceremos, pero que este padecimiento vendrá de los que no temen a Dios, no de los que se supone están contigo a favor del Evangelio, a favor del Reino de Dios. ¿O es que acaso estamos sirviendo en una Iglesia ―la cúpula― corrompida y extasiada por la ambición de poder en todos los sentidos, sin importarle realmente la causa de Cristo? Leer textos de teólogos latinoamericanos e identificarme con las situaciones de injusticia y violencia en todos los ámbitos con los pobres y violentados de nuestra América Latina; asistir a conferencias en el Seminario Teológico Presbiteriano (STPM), en la Comunidad Teológica, asistir, por ejemplo, a una reunion de la Asociación Latinoamericana de Instituciones de Educación Teológica (ALIET), siendo estudiante ya del seminario y conocer a Irene Foulkes y a mujeres católicas en militancia y con reconocimiento pleno a su labor. El testimonio y vida de los pocos profesores del seminario concientizados y en lucha a favor de una justicia de género. Colaborar con el Consejo Latinoamericano de Iglesias (capítulo México) también.
¿Qué pensadoras o teólogas te han acompañado durante todos estos años?
Por mencionar algunas, quizá las más trascedentes son las poetas: Sor Juana Inés de la Cruz y la chilena Gabriela Mistral por sus vidas y obras. Las filósofas Simone de Beauvoir y su libro El segundo sexo, y Marcela Lagarde. Las teólogas y biblistas Elsa Tamez, Irene Foulkes, Elisabeth Schüssler Fiorenza, Letty Russell. La cantora Mercedes Sosa. Las más cercanas, Laura Taylor y Regina Musselman. No simpatizo con el radicalismo feminista, sino como dijo en una ocasión Rigoberta Menchú, “mi lucha es al lado, codo a codo con los varones”, no queremos sobrepasarlos. Yo añado, como otros/as ya lo han dicho: yo quiero aportar lo que por siglos o milenios la humanidad se ha perdido, la riqueza de la otra parte, las mujeres. Pues qué diferente se está tornando el mundo ―incluida la Iglesia―, con la participación de las mujeres. Lo que percibo por otra parte es que las mujeres ―me incluyo― concienciadas y en proceso de ser concientizadas por formas más plenas de vida, estamos como enganchadas o unidas en un mismo barco, seamos del país y contexto social, económico y cultural que vengamos; ahora mi experiencia desde este lado del mundo es ésa, las mujeres hemos aguantado por siglos y seguimos resistiendo y gloria a Dios por aquellas que se han hecho oír desde los distintos estrados a donde han llegado y no gratuitamente, como Sor Juana Inés, Simone de Beauvoir o como Ofelia Ortega (cubana), etcétera. Pero al mismo tiempo unas y otras nos ayudamos en el proceso de levantarnos y estar en pie, y permitimos que las nuevas generaciones ya no nazcan doblegadas o en situaciones de desventaja, en la medida de lo posible, pues lo político y demás estructuras también condicionan nuestro mundo. Hace dos días he conocido la realidad de las mujeres palestinas ―no israelíes―, cristianas y musulmanas, especialmente en Belén, y no difiere mucho de la nuestra latinoamericana, sólo que en un contexto de guerra se hace aún más violenta y desesperanzadora para un futuro más justo. La intervención de Noemí Pagán (puertorriqueña) en este sitio, no sólo con las mujeres y familias cristianas sino aun con las musulmanas, me incentiva y me llena de esperanza y al mismo tiempo, me lleva a afirmar lo anterior. Dios está trabajando y su espíritu en todo el mundo con su Iglesia, y a pesar de ella, a favor de la plenitud del Ser humano, aunque también avanza y casi con ventaja lo negativo, lo que aliena y desfigura lo verdadero y lo pleno. ¿Imaginaste cuándo y cómo llegaría este momento? No imaginé cuándo ni cómo, aunque a menudo pedía justicia a Dios en este sentido. Lo soñaba, sí, era una utopía para mí, ser pastora ordenada, pues de alguna manera intuía que llegaría, pero no pensé que sería en España. Tenía la esperanza de llegar a serlo desde mi país, ya que desde hace más de 15 años un pastor estadunidense me propuso ir a su país a trabajar y entonces sería una pastora ordenada, pero yo le dije que no, que yo quería lograrlo en la iglesia presbiteriana mexicana. Tenía esperanza especialmente cuando junto con los pastores Rubén Montelongo, Víctor Hernández e Israel (mi esposo), hicimos por lo menos durante todo un año, estudios, debates, mesas redondas, predicaciones, etcétera, en el Presbiterio de la Ciudad de Mexico. Al igual que el Congreso que se organizó en el STPM (1996), etcétera. Pero no sucedió así. Bueno, aquí se ha visto la necesidad de ordenarme porque a nivel presbiterial hacen faltan pastores y yo tengo formación y experiencia. Estoy contenta por ello, pero creo que el sueño sigue estando en que este paso se dé adentro de nuestra iglesia presbiteriana mexicana, pues así será un testimonio “hacia afuera”, para la gloria de Dios.
¿Qué significa para ti que haya tenido que suceder en la Iglesia Evangélica Española la cual tendrá contigo tres pastores/as de origen mexicano?
Significa la afirmación de parte de Dios a un llamado que Él me hizo y si ha sido en la Iglesia Evangélica Española se ha debido, en principio, a un llamado para la asignación de una Iglesia a Israel, y lo mío se ha dado por apoyo a ese trabajo (lo mismo que he hecho durante los últimos 13 años) y también por apoyar a nivel presbiterial con otros ministerios y a otra iglesia. De todas maneras, sí, en España existen mejores condiciones para vivir la igualdad de género, no sólo a nivel eclesial ―reformado y evangélico solamente, no católico― sino también en lo social, laboral, familiar, etcétera; no considero azarosa mi venida, sino que la fuerza del Espíritu dispuso y acomodó las piezas del rompecabezas, de tal manera que yo ahora estoy viviendo y experimentando la justicia del Reino de Dios. Personalmente pienso que en España y Europa ahora mismo el ala protestante necesita del trabajo de nosotros como latinoamericanos para aportar entusiasmo, carisma y experiencias de fe, para este mundo cada vez más “secularizado” y desilusionado de la Iglesia como institución y por lo tanto insensibilizado con respecto a Dios, pero no por ello menos necesitado de su gracia.
¿Piensas que emigrarían más colegas tuyas con el propósito de ordenarse?
Tal vez sí, y no sólo por mí, sino también por la experiencia de Rosi, a ella también le han dado oportunidad y reconocimiento en otro país, no en el nuestro. Aunque por el paso de fe que han dado recientemente dos presbiterios en México, como sabemos, me parece que ya no será necesario. Esperamos que sea pronto una concreción no sólo para Amparo Lerín como puntera en este momento, sino para muchas que están silenciadas y las que vendrán, me parece, con el camino ya hecho, pero no por ello más fácil, pues lo difícil no es llegar sino mantenerse en el servicio.
¿Qué opinas de que se haya pospuesto oficial e indefinidamente el debate sobre la ordenación en la Iglesia Nacional Presbiteriana de México hace unos años? ¿Será que las posturas tradicionales están dominadas por el miedo a que las mujeres se “adueñen” de la iglesia?
Un retroceso en la vivencia de justicia del Reino y una vergüenza para mí por tener que externar públicamente, desde otro país, que en México la iglesia presbiteriana no ordena mujeres, ni siquiera para ministerios locales, los cuales se perciben en función del poder, como si en el Reino de Dios también tuviéramos estructuras y niveles jerárquicos, pues se perciben en rasgos de menor a mayor los ministerios de representación democrática para el mejor funcionamiento de las comunidades: menor nivel el diaconado, segundo el ancianato, y tercero el pastoral. Dicho sea de paso, por eso algunos pastores se creen semidioses para hacer y deshacer desde lo institucional y aun comunitario, lo que más conviene a sus intereses, desde su óptica permeada más por una cultura misógina y no por los valores y el Evangelio que Jesús el Nazareno nos trajo y enseñó con palabra y acción. Con su praxis es que yo, por ejemplo, me he fortalecido en todo estos años. Por ahí circula una frase: “Si mi mujer ya manda en casa, cómo voy a permitir que mande también en la Iglesia?”. Puede ser que haya un temor de invasión de territorio y de hecho lo hay; pues el espacio eclesiástico (a nivel liderazgo) ha pertenecido por siglos a los varones únicamente; pero esto no es así. Me parece que los varones tienen que empezar a entender que la democracia que proclamamos como iglesia reformada se ha de concretar en la praxis cotidiana, no sólo leerla o enseñarla desde los escritos reformados. Nuestro sistema eclesiástico no es piramidal ―por eso vino la Reforma―. Los llamados “espacios de poder”, ya lo dijo Jesús, no son para enseñorearse, para sumisión, sino una gran oportunidad de servicio. Él nos recordó que no vino para ser servido sino para servir y para dar su vida por nosotros.
Luego de tu ordenación en Granada, ¿seguirás colaborando con tu esposo Israel en la misma iglesia o existen posibilidades de pastorear otra comunidad?
Sí, seguiré colaborando en la misma y su mision en Almunécar, por lo pronto, pues ahora mismo soy responsable de varios ministerios como el de educación cristiana (niños, profesión de fe, jóvenes-adolescentes) en Granada y Almunécar, y además de la predicación de vez en cuando. Aunque no descarto ―ni el presbiterio― la posibilidad de desarrollar la tarea pastoral en otra iglesia, ya que de hecho también colaboro esporádicamente con una en Cádiz (San Fernando), a cuatro y media horas de Granada.
¿Qué piensan tus hijos, Milca e Isaí, y particularmente ella, acerca de que lo sucedido el sábado pasado? ¿Has hablado con ellos al respecto?
Isaí y Milca están contentos, y creo que lo ven como un paso obvio, pues han vivido conmigo experiencias por ser hijos de una mujer que sin tener reconocimiento ha realizado tareas pastorales, e incluso ya les había comentado que aquí me ordenarían porque en nuestra iglesia mexicana no reconocen a las mujeres la vocación pastoral, cuestión que les causaba desconcierto. Isaí, a sus ocho años, y aun antes, me cuestionaba: “Mamá, si tú estudiaste para pastora, ¿por qué no tienes una iglesia como mi papá y por qué no te pagan? ¿Por eso estudias otra carrera en la universidad?”. Milca viene creciendo con equidad desde casa por la formación que les damos Israel y yo a ambos, y en ese sentido nos alegramos de estar un poco o bastante distantes de patrones culturales que puedan imponerse, incluso desde la familia extendida, yaunque acá también o todavía hay machismo en todas las capas y estructurales sociales; en ese sentidonos alegra que sea así como están creciendo.
Finalmente: eres la segunda mujer egresada del STPM en ser ordenada fuera de México. (La primera fue Rosa Blanca González en EU.) ¿Qué mensaje le enviarías a tus hermanas y colegas presbiterianas y de otras iglesias?
Recorrer un camino de fe, donde se transita y se sirve desde la periferia por tanto tiempo no es fácil, pues por otro lado, el hecho de ser esposa de pastor me condicionaba y me ponía ―en los últimos 15 años―, en la disyuntiva de servir o no (por exigencia o por vocación), pero no podía negarme debido al disfrute del servicio, y a la necesidad que siempre hay en todos lados de pastorear, por eso siempre lo he hecho codo con codo al lado de Israel (dos por uno, sin reconocimiento oficial, ni remuneración). También les diría que la vocación para el trabajo pastoral da sentido de lucha y servicio pese a todas las desventajas. Dios, a pesar de todo, pues si Él nos ha llamado, es quien también nos sostiene; no nos deja, y siempre nos dice que está ahí, dando con su gracia todo lo necesario y animándonos. Nos pone en el camino hermanos y hermanas concretos, cercanos, que nos apoyan o alientan, o personas que aun en la distancia cronológica, como la Palabra o los libros nos ilustran y nos permiten caminar en la certeza de estar cumpliendo la voluntad de Dios. Muchos saludos y abrazos sororales a todos y todas las que están en este evento unidos/as en el Espíritu de Dios a favor de levantar la voz en favor de la vivencia en justicia y equidad de género, como fue la proclamación de Jesús y su ejemplo en la praxis. El mañana puede ser mejor y será mejor en Dios, en la unidad y en la lucha genuina de su pueblo, pues Dios siempre nos escucha y desata lo que nosotros/as desatamos aquí y ahora en la concreción de su Reino.

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