martes, 6 de julio de 2010

El Evangelio entre el patriarcado del Antiguo Testamento y el machismo latinoamericano, Obed J. Vizcaíno Nájera*

Porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos. Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús. Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa.
Gálatas 3:27-29

Con sorpresa vemos como las viejas iglesias protestantes en América Latina, especialmente las viejas Iglesias llamadas históricas, entre las cuales están las Iglesias presbiterianas y reformadas de nuestros países de habla hispana y portuguesa, en concordancia y fieles a los valores que les enseñaron sus antiguos misioneros y misioneras, al principio del siglo pasado, mantienen la vieja, obsoleta e injusta tradición machista de no ordenar mujeres al Sagrado Ministerio. Costumbre que ya era cuestionada a principio del pasado siglo, en las iglesias misioneras que dieron origen al protestantismo en América Latina.
Las iglesias protestantes en America latina, en la mayoría de los casos, se olvidan de aquellos grandes principios de la Reforma del Siglo XVI, entre los cuales resalta aquel aforismo de “Iglesia reformada siempre reformándose”. Le han dado la espalda a la realidad sociocultural de nuestro continente, desde lo cuales se reconoce el ascenso de rol de las mujeres en muchas áreas de nuestras sociedades latinoamericanas.
Es bueno recordar que en sectores tan retrógrados y reciamente conservadores como las Fuerzas Armadas, las mujeres han venido desempeñando roles muy importantes, incluso mejor que el desenvolvimiento de muchos hombres. Muchas de nuestras iglesias se niegan a ordenar a nuestras madres, esposas, hermanas, hijas, para desempeñar los diferentes dones ministeriales y eclesiales en el cuerpo de Cristo, dándole así la espalda al más del setenta por ciento de nuestra feligresía.
Solo nuestras iglesias menos progresistas, han mantenido viejas posiciones que heredaron de sus viejos colonizadores religiosos y no han tenido la preocupación de ver por donde andan los cambios de sus Iglesias Madres, sobre todo la Iglesia Presbiteriana de los Estados Unidos de América (PCUSA), en el caso de algunas de las Iglesias Presbiterianas en America Latina.
Estas iglesias son fieles al pasado, no a Jesucristo, no al calvinismo. Fieles a un mundo y a una cultura ya superada en la historia, cultural y teológicamente hablando. Ellas no reconocen, que hasta el mismo Jesús nos dio clases sobre la necesidad de contextualizar las escrituras, la teología y las prácticas cúlticas y religiosas de acuerdo al contexto histórico, cultural, social y religioso en el cual nos desenvolvemos. Para eso pongo como ejemplo a el capitulo 5 de Mateo, en el cual se repite constantemente: "Oistéis que fue dicho…".
Jesús, llamaba a la conciencia a la gente, demostrándoles que si la Escritura no es capaz de caminar al mismo ritmo que marchan los pueblos, entonces es letra muerta. El “oísteis que fue dicho”, demuestra la profunda necesidad de llenar con contenidos culturales, sociales y étnicos actuales, al evangelio, para que pueda ser palabra de Dios a nuestro pueblo latinoamericano.
Nuestras iglesias evangélicas o protestantes en América Latina, desconocen o quieren aparentar que no ha pasado nada en las iglesias madres noratlánticas, ellas son fieles a circunstancias ya superadas en la historia desde hace muchos años y hasta hace siglos. Vive desfasadas de toda realidad religiosa y cultural y lo que es peor aun, viven la fantasía misógina (gr. μισόγυνος), de un mundo gobernado por los hombres, tal cual como una especie de planeta de los simios o de gorilas. Por lo general estas Iglesias responden a una teología fundamentalista, conservadora, de derecha, son más apegadas a posiciones políticas e ideológicas de los grandes centros de poder político de los Estados Unidos y sus aliados que a la Biblia.
El llamado es a que abramos con la biblia y con la doctrina, una discusión que nos permita como Iglesias que nos confesamos fieles al evangelio, a confrontar esta realidad de opresión, exclusión e injusticia en la cual hemos sometido a nuestras mujeres a lo largo de nuestra historia eclesial en Latinoamérica.
Doce eran los discípulos llamados por Jesús como apóstoles, uno lo traicionó, otro lo negó, otro dudó de su resurrección y pidió pruebas, once desaparecieron el día de su crucifixión, solo las mujeres fueron fieles en todo momento. Echemos un vistazo a nuestras congregaciones en Latinoamérica y el mundo, veremos que las mujeres son el mayor número de fieles de nuestras Iglesias.
Para muchos lideres evangélicos las mujeres, niños y niñas son importantes en las estadísticas, solo falta que las Asambleas Generales, Concilios, Presbiterios, Juntas Directivas, de algunas Iglesias protestantes en nuestro continente, lleven sus estadísticas diciendo: Somos tantos miles de miembros, sin contar mujeres y niños.

* Pastor de la Comunidad Reformada de Maracaibo
Afiliada a la Iglesia Presbiteriana de Venezuela
Maracaibo, Venezuela.

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